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Los afiliados ni los jubilados ni los pensionistas del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) deben pagar las fallas y las consecuencias del mal manejo administrativo y político que ha llevado a la insuficiencia financiera de esa institución.

En los últimos meses, la falta de dinero en las arcas del IESS ha derivado en una serie de medidas de quienes lo administran, entre ellas la elaboración de un estudio que sugiere el aumento en el porcentaje de aportación y en la edad para la jubilación.

Mientras, la entidad mantiene millonarias deudas con prestadores externos, incluso con los que brindan servicios tan sensibles como diálisis y tratamientos contra el cáncer.

Los pacientes deben peregrinar varias veces para conseguir una consulta con un especialista y, si la logran, esperar por meses. Los afiliados no deben pagar las fallas del IESS.

Es más, al acudir, deben comprar medicinas porque no siempre las tienen disponibles.

Poco se dice de la optimización de una institución hiperburocratizada, convertida en fortín político y en cuenta de emergencia de los gobiernos.

Tampoco se menciona la necesidad de que el Estado honre las cuentas pendientes que tiene con esta institución, que le ha servido como suministrador de fondos que no deben tocarse porque se trata de dinero de los afiliados.

Es cierto que el IESS necesita recursos, pero primero debería poner la casa en orden.

Editorial de El Diario publicado el martes 7 de mayo del 2024 en nuestra edición impresa.