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Sin dudas, la implementación del sistema de los radares en Ecuador fue positiva porque ha servido para regular el tránsito y combatir los excesos de velocidad que, en muchas ocasiones, han sido la causa de accidentes.

Pero lo que empezó como algo positivo se ha degenerado en un acoso hacia los conductores y, quizás, un negociado por parte de autoridades y de algunos empresarios.

Los radares han recibido varios cuestionamientos en cuanto a la legalidad, fallas, funcionamiento y cobros, entre otros aspectos.

Lo más reciente es la decisión del Gobierno de suspender el funcionamiento de 39 de estos aparatos en tres provincias, tras una denuncia por presuntas irregularidades en el contrato.

“Hay que regular el funcionamiento de radares para evitar el acoso a conductores”.

Es necesario que se establezcan regulaciones para evitar que los radares sean un instrumento de acoso a los conductores.

Una de las formas es que se disminuya el número de estos dispositivos en las vías. La instalación seguida en tramos de menos de diez kilómetros es un exceso, y mucho más cuando se trata de vías con poca población cerca.

Además, las multas que emitan deben ser proporcionales. No es posible que por exceder en uno o dos kilómetros por hora el rango de velocidad permitido haya que pagar la multa máxima.

Si continúa así, el sistema terminará desvirtuándose y podría dejar de funcionar, lo cual tampoco está bien. Hay que regularlo y dosificarlo.

Editorial de El Diario publicado el sábado 15 de junio del 2024 en nuestra edición impresa.