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Los animales de compañía son una fuente de energía y vitalidad. Ellos aportan beneficios a nivel físico, mental y social a sus tutores convivientes.

Por ejemplo, realizar juegos y paseos fortalece el lazo entre el humano y la mascota.

Algo que, por cierto, fue fundamental durante la pandemia.

En los más estrictos momentos del confinamiento, estas actividades servían para bajar los niveles de estrés y mantenernos activos.

Compartir con un animal de compañía nos da sendos beneficios, sobre todo en el caso de los perros, porque nos ayuda en la actividad física.

Otra bondad, tanto para perros como para gatos, es la facilitación social.

En las épocas actuales se tiene menos contacto con la familia, compañeros del trabajo y los amigos.

En ese sentido, los animales de compañía nos han ayudado a establecer cierto tipo de rutinas de interacción.

Hay estudios científicos que explican que, en las familias en las que se incrementa la tensión social, la principal válvula de escape es el perro o el gato.

Por otro lado, en una pareja sin hijos, el convivir tantas horas juntos puede volverse muy tenso.

En este sentido, los animales de compañía se vuelven el punto de unión entre ellos.

Las rutinas que incluyen perros o gatos generan un ambiente de confort, especialmente cuando se los alimenta, se los baña o peina.

En resumidas cuentas: cuando se los atiende. Los beneficios a nivel psicológico van relacionados con el factor tranquilidad.

Hoy en día nos sentimos muy cómodos con un perro o con un gato, porque no nos sentimos juzgados.

Su compañía es incondicional y somos nosotros quienes marcamos los límites y las normas mientras los animales se adaptan a ellas.

Los perros, que son especies gregarias y sociales, no tienen inconvenientes en convivir con los humanos.

En cambio, los gatos parecería que deciden el momento ideal para dar sus muestras de cariño.