Desde el semillero Atlético Rafaela, en la provincia de Santa Fe, el argentino Gustavo Alfaro fue construyendo su historia que ahora le ha permitido llegar con la selección de Ecuador al Mundial de Qatar, en una travesía interminable que le ha convertido en “El cazador de utopías imposibles”.
Ese es justamente el título de un libro de su autoría que presentará la próxima semana en Quito y en el que se prevé entregará en detalle la historia de su trayectoria como jugador, pero más como un técnico que actualmente es considerado entre los más conocedores del fútbol suramericano.
Y el Mundial “tal vez haya que imaginarlo como su primera meta, luego habrá otras porque, así como suele decirles a los futbolistas de la selección de Ecuador, nadie puede ponerse un límite. Nadie le quitará la posibilidad de volver a soñar”.
Esa reseña se lee en la invitación al lanzamiento del libro de la editorial Planeta y en el que el estratega describe “El camino de Ecuador a Qatar 2022”.
Su historia con la Tricolor ecuatoriana se remonta al 2020, en plena pandemia y la crisis que afectó por entonces al fútbol ecuatoriano.
Y es que para ser su primera experiencia como seleccionador, Alfaro debió reestructurarlo todo y lidiar con una Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) partida en dos, con jugadores que habían perdido el interés para formar parte de la selección y algunos con un pie en el retiro.
Alfaro debió empezar casi desde la nada, con menos de un mes para el debut en las eliminatorias contra uno de los más complicados rivales, Argentina. Entonces, el temor en Ecuador se incrementaba ante el riesgo de sucumbir por goleada en Buenos Aires.
Por esa época se hablaba del tiempo que invertía en los diálogos infructuosos con ciertos jugadores antiguos, algunos cuestionados por supuestos actos de indisciplina durante la Copa América de Brasil 2019, un tema que lastimó el pundonor de seleccionados y afición.
Desde ahí, quizá, empezó a cultivar verbos como soñar, creer, hacer y lograr, entre otros, que a lo mejor inspiraron a los jugadores y le convencieron de embarcarse en un viaje sin retorno.
Y es que en aquella época nadie en Ecuador creía mucho en la utopía de Alfaro, sobre todo luego de que el Directorio de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF), presidido por Francisco Egas, había decidido contratar a Jordi Cruyff, hijo de Johan Cruyff, una leyenda del fútbol mundial.
Cruyff ni siquiera pudo despegar bien con la selección y, más bien, abandonó al equipo en medio de una crisis de identidad en la Federación Ecuatoriana, por la disputa de liderazgo entre Egas y otros miembros del directorio.
La misma Conmebol y la FIFA tuvieron que intervenir para solucionar la crisis y finalmente ratificaron su confianza en Egas que empezó a andar de nuevo.
En medio de esa vorágine, Alfaro llegó a dirigir Ecuador sin tanta bulla, aunque de inmediato conectó con la afición que creyó en su proyecto y, sobre todo, en su llamamiento a la esperanza y a creer en el grupo de jóvenes inexpertos y algunos veteranos que amalgamaron su idea en la cancha.
Su debut fue con derrota, 1-0 ante Argentina en Buenos Aires, pero con un aroma a “Sí se puede”, que se convirtió de a poco en realidad con el triunfo 4-2 sobre Uruguay y la histórica goleada 6-1 sobre Colombia, que dejó la impronta de un Alfaro mesurado y respetuoso.
Luego el equipo sufrió un bajón que originó fuertes críticas contra Alfaro que capeó el temporal y encaminó nuevamente al equipo hasta alcanzar la clasificación.
Su historia es vibrante y, por eso, el anuncio del lanzamiento de su libro ha despertado un gran interés entre la afición y los especialistas deportivos que alaban su “palabra fácil” y “gran coherencia”.
Algunos incluso le comparan como “el Rey Midas, que con ambición y cero avaricia, hizo brillar en Sudamérica a su equipo” y que, a sus 60 años de edad, espera con ansia su debut en Qatar.