Hace 31 años los ecuatorianos se levantaron más temprano de lo habitual por La hora de Sixto.
Las actividades cotidianas iniciaban antes del alba y debían finalizar antes de que se ponga el sol.
Aunque ahora los cánones para alcanzar mejores resultados en la productividad –como indica el libro superventas El club de las 5 de la mañana– sugieren que las personas despierten temprano, en 1992, la falta de lluvias llevó a que el gobierno de aquel entonces decretara que los días iniciarían una hora antes.
Sixto Durán Ballén, la persona más longeva en asumir la Presidencia de Ecuador, llevaba en el mandato apenas tres meses cuando pidió a los ecuatorianos incomodarse.
El sacrificio, como lo calificó Durán Ballén, consistió en que todas las actividades iniciaran con una hora de anticipación.
Por ejemplo, los niños ingresaban a las escuelas a las 07h00.
Pero a partir del decreto presidencial del 25 de noviembre de 1992, las clases iniciarían a las 06h00.
Racionamiento eléctrico
Esta medida buscaba evitar el racionamiento energético y ahorrar millones de dólares al país, recuerda una nota del portal Infobae.
Los ecuatorianos acataron el decreto presidencial y lo llamaron “la hora de Sixto” o “sixtina”.
Las imágenes de archivo de aquella época muestran a los ciudadanos listos para empezar la jornada laboral o estudiantil sin que siquiera haya luz solar.
Aunque el decreto disponía el cambio en el inicio de las actividades, muchos ecuatorianos decidieron adelantar una hora en sus relojes, para no confundir el inicio del día ni retrasarse a sus compromisos.
Durante tres meses, la vida en Ecuador empezaba con la primera luz del sol.
La práctica de modificar la hora en los relojes es común en países que tienen marcadas las cuatro estaciones, pero nunca se había implementado en un país como Ecuador donde la diferencia de luz solar es de apenas 25 minutos al día.
El 13 de octubre de 1992, el entonces gerente del Instituto Ecuatoriano de Electrificación, Alfredo Mena, alertó al gobierno que el caudal de la represa Paute registraba un nivel de casi la mitad del promedio de metros cúbicos por segundo. La falta de lluvias impedían que el caudal pudiera generar la energía eléctrica necesaria para abastecer la demanda del país.
Para finales de ese mes, los niveles en el caudal eran aún menores.
El gobierno, entonces, se preparaba para hacer un plan de racionamiento energético. Antes de iniciar con ello, el Ejecutivo buscaba agotar todas sus cartas.
A inicios de noviembre de ese año, arribaron desde los Estados Unidos, tres turbinas para cubrir el déficit energético, según recogió El Telégrafo.
Sin embargo, la instalación de las turbinas duraría tres meses.
Para el 9 de noviembre, el ministro de Energía, Andrés Barreiro, socializaba el plan de racionamiento eléctrico.
‘La hora de Sixto’
A pesar del racionamiento, el déficit eléctrico parecía no tener solución.
Ese mismo noviembre, Durán Ballén decretó adelantar 60 minutos la hora oficial del país, para aprovechar la mayor cantidad de luz solar.
A esta disposición se sumaba la suspensión del servicio eléctrico por las noches para las instituciones públicas, fachadas de edificios, plazas, parques y canchas deportivas.
La medida se mantuvo hasta el 30 de enero de 1993, cuando las lluvias aparecieron y el caudal del río Paute alcanzó sus niveles anteriores a la sequía.