El hábitat de las poblaciones de narvales, belugas y ballenas de Groenlandia podría desplazarse cientos de kilómetros hacia el norte a finales de siglo para hacer frente al cambio climático.
Un equipo encabezado por la Universidad de California (EE.UU) integró los datos de seguimiento por satélite de 227 cetáceos durante veintiocho años con modelos climáticos bajo dos escenarios de emisiones para prever cuál sería el cambio de hábitats de estas ballenas en regiones remotas del Ártico.
El estudio que publica Science Advances prevé una “pérdida sustancial de hábitat para las tres especies en verano, excepto para los narvales al este de Groenlandia, en cualquiera de los dos escenarios estudiados.
El primero es de reducción de emisiones para mantener el aumento de la temperatura en dos grados para 2100; el segundo escenario contempla que no se tome ninguna medida de protección frente al cambio climático.
Los investigadores proyectaron la distribución futura de las especies en las aguas al oeste de Groenlandia, donde se prevé un nivel de calentamiento relativamente bajo, así como en las del este de Groenlandia, donde se estima que sea más intenso.
“Los hábitats estivales actuales disminuirán, mientras que es probable que se produzca una cierta expansión hacia nuevas zonas invernales”, escribe el equipo encabezado por Philippine Chambault, de la Universidad de California.
Los hábitats estivales actuales disminuirán una media del 25 %, mientras es probable que se produzca una cierta expansión hacia nuevas zonas invernales (una ganancia media del 3 %).
“Sin embargo, la comparación de las ganancias frente a las pérdidas plantea serias dudas sobre la capacidad de estas especies polares para hacer frente a la desaparición de los hábitats tradicionales más fríos”, indica.
La ubicación futura de los hábitats adecuados para las especies en un mundo que se calienta sigue siendo una incógnita, sobre todo en las regiones remotas.
Para las tres especies, proyectaron un desplazamiento hacia el norte de unos 122 kilómetros en invierno y más pronunciado, de unos 243 kilómetros, en verano.
Sin embargo, hubo una excepción: a pesar de las predicciones de un mayor calentamiento en las aguas al este de Groenlandia, no se proyectó que las poblaciones de narvales de esta región experimentaran pérdidas de hábitat en verano en ninguno de los escenarios climáticos.
Los autores señalan que el aumento de la temperatura del mar también podría afectar a factores como la abundancia de las especies del Ártico y las tasas de supervivencia, lo que plantea serias dudas sobre la capacidad de estos animales para hacer frente a los factores de estrés provocados por el ser humano.