Para no morir de hambre en Gaza, Abu Gibril mató a sus dos caballos de tiro, sin atreverse a decir a sus familiares y vecinos lo que les daba de comer.
“No tuve otra opción y maté a los caballos para alimentar a los niños”, dijo a este campesino palestino, de 60 años, refugiado en el gran campo de desplazados de Jabaliya, en el norte de la Franja de Gaza.
La guerra se lo quitó todo. Desde que empezaron los combates, la contienda destruyó su casa y sus campos en Beit Hanun, en el extremo norte de la Franja de Gaza. Debido a ello tuvieron que trasladarse al campo de Jabaliya, a varios kilómetros de distancia.
El de Jabaliya era, antes de la guerra, el mayor campamento de desplazados de la Franja de Gaza, con más de 100 mil personas hacinadas en 1,4 km2, según la ONU.
Desde entonces, sobreviven en una tienda de campaña que Gibril montó junto a una escuela antes administrada por la ONU y donde miles de otros desplazados se instalaron.
Lograron salvarse en los combates pero “ahora es el hambre quien se cobra vidas”, afirmó Gibril.
Según la ONU, 2,2 millones de personas, es decir la inmensa mayoría de la población del enclave, están amenazadas de hambruna en este territorio asediado por Israel.
Y esta grave escasez podría provocar una “explosión” de la mortalidad infantil en Gaza, donde uno de cada seis niños menores de dos años está gravemente desnutrido. Así lo advirtió la Unicef esta semana.
Según contó, Abu Gibril cocinó la carne de los dos caballos, le puso arroz, a falta de verduras, y la repartió entre su familia. También le brindó a algunos vecinos, familiares y algunos vecinos.
Varias decenas de personas pudieron comer, pero él no les dijo que era carne de caballo. En general, en Gaza, nadie consume carne de caballo, un compañero fiel de los campesinos.
No saben que comieron caballo
Así, a parte de dos de sus familiares, “nadie sabe que en realidad comieron caballo”, comentó.
Desde el ataque de Hamás en octubre en suelo israelí, en el que murieron al menos 1 160 personas y que desató el conflicto, 29 606 palestinos han muerto en la Franja. En su gran mayoría son civiles, a causa de la ofensiva que Israel lanzó en represalia, según el Ministerio de Salud gazatí.
En Jabaliya, las mujeres y los niños hambrientos hacían fila el viernes frente a un punto de reparto de alimentos.
Los habitantes del campo, en tanto, se ven obligados a peinar los alrededores en busca de cualquier cosa comestible, Aunque sea cebada, forraje, maíz podrido u hojas. Hay veces que hasta mendigan.
“No tenemos ni un séquel en casa. Vamos de puerta en puerta pero nadie nos da nada”, señaló una mujer.
Amer Abu Qamsan, uno de sus representantes de Jabaliya, llamó a la comunidad internacional a “salvar” a los habitantes del norte de Gaza. A su alrededor, los niños sostenían carteles que rezaban “Los bombardeos no nos mataron, pero el hambre se hace cargo”. O “El hambre nos come desde dentro”.