La ciudad ecuatoriana de Guayaquil espera a recibir a 50 mil visitantes para la final de la sexagésima tercera edición de la Copa Libertadores, el 29 de octubre en el Estadio Monumental entre los equipos brasileños Athlético Paranaense y Flamengo.
Esto supondrá un impacto económico de 50 millones de dólares, según calculó el ministro de Turismo, Niels Olsen, durante una rueda de prensa en la que se detallaron los operativos de seguridad y de transporte para atender la llegada de las hinchadas.
Aproximadamente 8 mil personas llegarán en 40 vuelos chárter y 37 privados, lo que implica que el aeropuerto de José Joaquín de Olmedo de Guayaquil deberá atender entre 200 y 300 operaciones extras a las habituales, precisó el ministro del Interior, Juan Zapata.
Para estacionar las aeronaves hasta el retorno de los hinchas se han habilitado también los aeropuertos de Quito, Salinas, Latacunga, Manta y Cuenca, así como el Ala 22 de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) en Guayaquil.
A ellos se sumarán varios miles de hinchas que llegarán en vuelos comerciales regulares, con rutas que parten de Brasil y que hacen conexión en Quito, Lima, Panamá o Colombia.
También se espera la llegada de hasta 12 mil personas por vía terrestre, a bordo de entre 150 y 170 autobuses procedentes de Brasil, en un recorrido de varios días que implica atravesar Bolivia y Perú.
En los controles migratorios habrá 275 funcionarios, principalmente en Quito y Guayaquil, pero 50 estarán en la frontera tanto norte como sur, para el arribo de los aficionados por vía terrestre.
Tanto en el día del partido como en los días previos, la ciudad portuaria de Guayaquil, capital de la costera provincia del Guayas, estará resguardada por 10 mil policías, además de por 500 miembros de las Fuerzas Armadas.
Para el ingreso de los hinchas al estadio, se han establecido rutas divididas, de modo que los seguidores del Paranaense se situarán en el fondo norte y los de Flamengo en el sur.
El ministro del Deporte, Sebastián Palacios, destacó que la final de la Copa Libertadores es el mayor acontecimiento deportivo que organiza Ecuador en mucho tiempo y el objetivo es que sea “la mejor final única de la Libertadores”.