A sus cien años, Jacinto Mera Zambrano dice que todavía tiene las energías y las ganas para los desafíos de la vida.
“Aunque de seguro voy a tener problemas por mi edad”, dice riendo a carcajadas.
Y es que las diez décadas de vida no le pesan, aun cuando algunos crean que está en el ocaso de su existencia.
Pero se equivocan. Su caminar es erguido, como en los años mozos. Su oído continúa fiel y sus ojos aún se deleitan con los colores que cubren los campos y manglares de su entrañable Barquero, comunidad de la parroquia San Antonio, donde ha vivido siempre.
Su memoria lúcida mantiene vivos los momentos más emotivos de su vida, como el día que conoció a su esposa, la madre de sus siete hijos.
“Fue el día que visité la casa de una chica a la que molestaba. Pero mi mujer también estaba en esa casa, de casualidad. La vi y me enamoré de ella, que me respondió y terminó siendo mi esposa”, cuenta, como si ese momento hubiese sido el día anterior.
Don Jacinto Mera dice que aún tiene fuerzas para “arrear machete”
Con un siglo de vida conserva la habilidad para manejar el machete y el garabato.
Don Jacinto asegura que tiene fuerzas para “arrear machete”, o para hacer trabajos de carpintería, pero sus hijos se lo impiden. “Es algo que me molesta, pero en el fondo tienen razón”, comenta.
Jacinto Mera es en la actualidad el patriarca de la familia Mera Mendoza.
Su legado familiar es de unos 400 miembros entre hijos, nietos, bisnietos y tataranietos, señala Darwin Mera, uno de sus nietos.
Este hombre centenario ha sido agricultor, comerciante, productor de camarón, ganadero, entre otras. Todas estas actividades las cumplió con responsabilidad, recalca. A la fecha, el único malestar que tiene don Jacinto es el dolor que le dejó la muerte de su esposa hace cinco años.
“Eso me desmotivó un poco, porque ella siempre fue mi apoyo. Por ella conseguí todo lo que logré en mi vida”, dice.