El 5 de junio de 1974, la Organización de Naciones Unidas (ONU) organizó la primera gran conferencia de su historia sobre ambiente. Eso marcó un antes y un después en la lucha ecologista.
Allí se definieron las políticas medioambientales para hacer frente a la crisis climática. Tres años más tarde, en reconocimiento a la importancia de esta conferencia, la ONU nombró el día 5 de junio como ‘Día Mundial del Medio ambiente’.
Ahora esta fecha se ha convertido en un símbolo ecologista. Es un día para crear conciencia acerca de la necesidad de proteger y mejorar el ambiente.
El Día Mundial del Medio Ambiente durante este 2021 se centrará en la restauración de los ecosistemas, lo que para la ONU significa “prevenir, detener y revertir” el daño ocasionado en la naturaleza.
Este año el país anfitrión será Pakistán, ya que planea un gran proyecto para salvar el medioambiente: plantar 10 mil millones de árboles en un plazo de cinco años.
Mientras eso pasa, hay países como México que llegan a este día con un Gobierno que apuesta por combustibles fósiles con el argumento de la “soberanía energética”, un rumbo criticado por ambientalistas y expertos.
En cuanto a la dirección de las políticas energéticas, el consultor energético Gonzalo Monroy consideró que hay una contradicción, puesto que México tiene “un gran potencial” en cuanto a energías renovables.
“El potencial que tiene México es de los más grandes del mundo. Prácticamente el 77 % del territorio mexicano es aprovechable para energía solar y alrededor de un 30 % para energía eólica. De la geotermia solamente se ha explotado el 1 % de su potencial”, relató.
En Europa en cambio hay países que luchan para dejar de ser el basurero de otros.
Solamente en la última semana, las autoridades rumanas han intervenido miles de toneladas de piezas de coche, televisores y otros residuos tóxicos que estaban a punto de ser quemados al aire libre para quedarse con el metal y eliminar el resto.
Desde que China renunciara en 2018 a importar residuos generados en el extranjero, Rumanía y Bulgaria se han convertido, junto a Turquía, en destinos habituales de los residuos que se generan en los países ricos de la Unión Europea (UE).
“Los tratantes de residuos han encontrado en Europa del Este un mercado para la basura de Europa Occidental”, asegura a Efe el comisario Cristian Coje, de la Guardia Medioambiental rumana, que ha declarado la guerra a este tipo de importaciones ilegales.
Transferir residuos entre países no está prohibido, siempre que el receptor tenga la infraestructura necesaria para reciclar íntegramente el cargamento en las condiciones estipuladas por la UE.
Esta ventana legal es aprovechada por los traficantes de basura para blanquear los cargamentos en la frontera mediante documentos falsos en los que la empresa receptora aparece como un reciclador legítimo.