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Hacen mal los políticos al dirigirse insultos y acusaciones que, contrario a aportar con soluciones a los problemas del país, aumentan tensiones y contribuyen al clima de inestabilidad que tanto daño hace.

No está bien que desde el Gobierno y la oposición se intercambien epítetos que rayan en lo denigrante, a tal punto que se haga mofa de la edad, las creencias personales o la condición física de las personas.

La política busca el bien común, pero los ataques personales y los insultos la deslegitiman y la muestran como una actividad sucia y poco ética.

Es deseable que la confrontación sea de ideas y no de groserías. Hay que cambiar el tono y el contenido.

“Es deseable que la confrontación sea de ideas y no de groserías.”.

El país requiere de su clase política debates fundamentados que proporcionen ideas para salir de la crisis o para mejorar la vida en la sociedad.

Y, de haberlos, consensos en torno a las mejores propuestas.

De lo contrario, lo que habrá será más de lo mismo: políticos que exponen públicamente sus desacuerdos.

Y que, en su afán de hacerlos más notorios, se convierten en el centro de atención, pero de una manera equivocada.

Editorial de El Diario publicado este lunes 20 febrero del 2023 en nuestra edición impresa.