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A raíz de la lamentable tragedia ocurrida en Turquía, que soportó devastadores terremotos que han dejado decenas de miles de muertes, en Ecuador se ha puesto nuevamente de relieve la necesidad de retomar los planes de prevención de desastres.

Pero tales planes no deben quedarse en la esfera institucional, sino que deben ser lo suficientemente prácticos como para trasladarlos a la población.

El terremoto de abril del 2016 demostró la alta vulnerabilidad y la escasa preparación de Ecuador frente a eventos de esta magnitud.

Lo mismo ha ocurrido con otros eventos, como erupciones volcánicas súbitas, inundaciones, deslizamientos de tierra, e incluso oleajes fuertes.

“Los planes de contingencia no garantizan nada si no se los ejecuta”. 

En Portoviejo, por ejemplo, habitantes de zonas que fueron afectadas por una riada de lodo y tierra hace siete años aseguran que no se han limpiado los cauces de las quebradas y temen que con las lluvias se repita el problema.

Los planes de contingencia no garantizan nada si no se los ejecuta.

Con señalar sitios de riesgo y determinar espacios de seguridad no se previenen las catástrofes.

Se debe crear conciencia en la población para que conozca la realidad y sepa qué hacer para prevenir o, dado el caso, remediar efectos adversos.

Y esto es urgente pues, en muchos casos, los desastres son impredecibles.

Editorial de El Diario publicado este miércoles 15 febrero del 2023 en nuestra edición impresa.