Pobre y analfabeto, Ireño Castillo, un devoto cristiano que conoce como la palma de su mano los secretos del campo andino, no hubiera creído jamás a quien hubiera presagiado que el tercero de sus nueve hijos estaría hoy a las puertas de convertirse en presidente de Perú.

Ireño, de 81 años, y su esposa Mavila Terrones, de 75, también analfabeta, fueron durante años campesinos sin tierra en una hacienda de San Luís de Puña, una comunidad del distrito chotano de Tacabamba, donde descansa su humilde hogar de piedra, adobe y techo de calamina.

Allí, en la norteña región de Cajamarca, la segunda más pobre del Perú, creció junto a sus ocho hermanos el candidato izquierdista Pedro Castillo, un maestro de escuela rural de 51 años, que el próximo domingo se enfrentará a la derechista Keiko Fujimori en el balotaje que definirá el nuevo presidente del país.

“Yo era un muchacho pobre y no me alcanzaba el dinero para pagar el arriendo (de las tierras) y educar a mis hijos”, recordó a Efe el padre del candidato, ataviado con un machete, sandalias hechas con neumáticos usados y un tradicional sombrero “chotano” de paja y ala grande.

Su vida en el campo. Según el relato del anciano, la educación de su hijo buscó acercar a Pedro a los valores de la fe católica, las rondas campesinas y las arduas labores de la agricultura: “Lo llevaba por varias zonas desde pequeño y le enseñaba a trabajar”, contó.

Cuando cumplió los 12 años, padre e hijo caminaban una vez al año por más de dos días unos 140 kilómetros hasta una zona amazónica para laborar durante un mes como jornaleros en la cosecha de café.

“Nos íbamos con fiambre y dos o tres días de camino, con alforjita al hombro y veníamos y traíamos platita para comprar sus cuadernos y su uniforme de la escuela”, detalló el padre.

El candidato, el único de todos los hermanos en ir a la universidad, hacía arduos esfuerzos para combinar el trabajo del campo con los estudios.

“El día que no tenía clases, (Pedro) trabajaba todo el día en la chacra, cultivando el maíz, la papa y viendo el ganado”, explicó a Efe el mayor de los hermanos Castillo, José Mercedes.

“Teníamos comida porque trabajábamos todos desde niños como si hubiéramos sido adultos en la chacra”, agregó el hombre, de 55 años, desde la casa que levantó con sus propias manos a pocos metros de la vivienda de sus padres, en donde reside con su esposa y sus cinco hijos.

Los fiambres. Mercedes y Pedro completaron el tercer grado de primaria en la escuela de su comunidad de San Luís de Puña. Pero, después, el primero abandonó los estudios y el candidato los continuó en otro colegio del distrito de Anguía, el tercero más pobre de Perú.

Allí conoció a su esposa, Lilia Paredes, también maestra rural, con quien tiene dos hijos cristianos evangélicos, como la madre.

Junto a ellos vive también la hermana pequeña de Paredes, quien tiene la edad del hijo menor de la pareja y a quien han criado como una hija más.

Mientras acababa los estudios de primaria, todos lo días, sin excepción, Pedro emprendía a las cinco de la madrugada un viaje de dos horas a pie por el lodo, cargado del fiambre que le preparaba su madre y protegido del típico poncho de lana de carnero y sombrero chotano.

“Él no fallaba nunca”, insistió el padre.

Los kilómetros, los fiambres y el ritual matutino de Pedro se mantuvieron casi intactos aun siendo maestro, una vocación que ejerció por más de un cuarto de siglo en tres aldeas recónditas de la región, con índices de pobreza que superan el 60 %.

Vivir en carne propia el esfuerzo mal pagado de los profesores de escuelas rurales peruanas, una posición de enorme influencia y respeto social en las comunidades en las que trabajan, lo llevó al trabajo sindical.

Castillo fue creciendo en esta labor hasta terminar en 2017 como el líder de una huelga magisterial, que lo colocó en el ojo del huracán mediático.

De hecho, en ese momento, mantuvo reuniones amistosas con los líderes del fujimorismo -hoy sus grandes enemigos-, que respaldaban su protesta, que dejó durante meses sin escuelas a los niños peruanos, por su interés en debilitar al Gobierno de Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018).

 Sin tener mayor experiencia política que esa, el pasado 11 de abril resultó de forma sorpresiva el candidato más votado en la primera vuelta de los comicios presidenciales.

“Siempre ha tenido grandes ambiciones, pero no pensábamos que iba a estar de repente en esta situación. Ahora la esperanza de todo el pueblo es Pedro y yo me siento orgulloso de tener un hermano así”, dijo José Mercedes, quien reconoció que, todo, “parece ser un sueño”. EFE