Cada 15 de septiembre, la Iglesia católica honra a San Nicomedes, presbítero romano, conocido por su defensa de la fe durante las persecuciones.
Orígenes y vocación
San Nicomedes vivió en Roma durante el siglo I o II, en un período de intensas persecuciones contra los cristianos. Según el Martirologio Romano, fue un presbítero dedicado a la comunidad cristiana primitiva. La tradición lo presenta como un clérigo que asistió a los mártires, enterró sus cuerpos y ofreció consuelo espiritual.
Fuentes como las Actas de los Mártires lo describen como un hombre de fe firme, influido por la enseñanza apostólica en una Roma dominada por el paganismo imperial.
Su labor se centró en la preservación de la fe, por lo que visitó prisiones y catacumbas para fortalecer a los fieles, según registros hagiográficos del siglo V.
Martirio de San Nicomedes
Nicomedes fue arrestado por su asiduidad en ayudar a los mártires y enterrar sus cuerpos, según el historiador Alban Butler. Lo interrogaron y azotaron con látigos con trozos de plomo hasta la muerte, según las Actas del Martirio.
Su cuerpo fue arrojado al Tíber, pero cristianos lo recuperaron y lo enterraron en una catacumba en la Vía Nomentana, cerca de la puerta homónima.
Filosofía y espiritualidad
La espiritualidad de San Nicomedes se centró en la fidelidad absoluta a Dios y el servicio a los perseguidos. Como presbítero, priorizó la caridad y el entierro digno de los mártires, lo que reflejó los valores evangélicos de amor al prójimo.
Su negativa a abjurar de la fe ante la tortura enfatiza la prioridad de la obediencia divina sobre la supervivencia terrenal, según textos patrísticos.
Por qué es santo
A Nicomedes lo veneran como santo por su martirio, testimonio supremo de fe en la Iglesia primitiva. Canonizado por aclamación popular en los primeros siglos, su santidad se basa en su resistencia a la apostasía y su labor pastoral durante la persecución.
El papa Bonifacio V (siglo VII) honró su sepultura con un templo en la Vía Nomentana, según De Rossi.
Legado en la Iglesia de San Nicomedes
El legado de Nicomedes incluye su tumba en la catacumba de la Vía Nomentana, mencionada en itinerarios del siglo VII y restaurada por el papa Adriano I. Una iglesia titular en Roma, del siglo V, está dedicada a él.
Su historia, que se narró en las Actas de Nereo y Aquiles, inspira la devoción a los mártires romanos. Su culto se extiende en la tradición católica, simbolizando la perseverancia en la fe.