Es el tridente de moda, pero todavía no ha conseguido convertirse en la maquinaria de guerra que podía esperarse de la asociación del séxtuple ganador del Balón de Oro, Lionel Messi, el jugador más caro de todos los tiempos, Neymar, y una de las promesas más codiciadas del fútbol actual, Kylian Mbappé.
El clásico contra el Olympique de Marsella (0-0) demostró que todavía le falta rodaje a esa tripleta de ensueño, pero también que el paso de los minutos no está mejorando la mezcla.
Su calidad y peligro son indudables y se ha visto en dos duelos clave en Liga de Campeones, contra el Manchester City y frente al Leipzig.
Pero todavía no hay química, el juego no impresiona y, sobre todo, no han dado con la solución del puzle.
El entrenador, Mauricio Pochettino, no da con la tecla y en Marsella apostó por asociarles con Ángel di María, el cuarto jinete, por segunda vez en lo que va de temporada, sin que la fórmula tuviera más éxito que en la primera.
La entrada del exjugador del Real Madrid permitía, sobre el papel, colocar mejor las piezas. Pero el resultado no fue concluyente.
Neymar, en posición centrada, como a él le gusta, con libertad de movimientos, fue el principal síntoma de la sequía. El brasileño está apático, poco participativo en el juego, sin el peligro que aportaba en las pasadas temporadas.
NEYMAR NO ARRANCA. El jugador más caro de todos los tiempos -222 millones de euros pagó el PSG al Barcelona en 2017- está empezando a preocupar, porque su rendimiento está muy lejos del que tenía acostumbrado a la grada parisiense.
Un solo gol en lo que va de temporada atestigua que este Neymar no ha empezado con la dinamita de otras temporadas.
Su sonrisa, entre irónica y resignada, cuando fue sustituido, atestigua que Ney no se está sintiendo cómodo y de eso se resiente el equipo.
Su posicionamiento en el eje del ataque obligó a Pochettino a situar a Messi en una banda, donde su rendimiento también se resintió.
El argentino, máximo favorito para ganar el Balón de Oro, sigue, oficialmente, en periodo de adaptación a su nuevo club, el primero que conoce tras toda una vida en el Barcelona.
A sus 34 años, Messi no tiene la carrera de un extremo, lo que dejó muy desierta la banda y expuso demasiado a Hakimi, que acabó siendo expulsado.
Con uno menos en el PSG, el argentino volvió a su posición natural, pero su equipo para entonces ya no dominaba el encuentro y el Marsella apenas le dejó espacios.
Mbappé es quien parece atravesar un mejor momento de forma, hasta el punto de que sobre la espalda del francés viene reposando el peso del equipo en las últimas semanas.
Contra el Leipzig, aunque Messi fue el autor de los goles, Mbappé reactivó a su equipo y se convirtió en el hombre del partido.
Con su futuro en el equipo incierto, el joven futbolista francés parece decidido a conquistar a la grada para hacer olvidar que, por ahora al menos, no quiere renovar su contrato.
Ha logrado ya seis dianas en liga y una en Europa y es, sin duda, el jugador más decisivo del PSG en lo que va de temporada.
También es cierto que es el jugador que menos ha cambiado su demarcación. Sigue siendo el ‘9’ de un equipo que, en buena parte de los encuentros, busca la solidez atrás y encontrar espacios en el ataque.