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Muchas veces, durante la infancia llegamos a sufrir de complejos y miedos que con el tiempo se convierten en heridas sin sanar.

En el complejo mundo de las emociones, la superación de los traumas infantiles es todo un reto. Sin embargo, el no enfrentarlos puede desencadenar patrones de comportamiento inadecuados o extremos.

La psicóloga María Elizabeth Gómez, destacando el impacto que las experiencias de la infancia pueden tener en la adultez, comparte conceptos sobre cómo abordar y superar fobias y complejos arraigados desde temprana edad.

Lo que dice la experta

Desde el inicio, la psicóloga destaca la importancia de establecer vínculos sanos durante la infancia, ya que estos cimientos serán fundamentales para el desarrollo social y emocional a lo largo de la vida.

Asimismo, señala que aunque el ser humano aprende de muchas formas, la más fácil e intuitiva es a través del ejemplo de nuestras figuras de apego (padres, abuelos).

Es así que las experiencias de la infancia nos acompañan en la adultez, manifestándose en formas como fobias, complejos, traumas o heridas emocionales.

“Por eso, normalmente encontramos personas que tienen temor a situaciones que otros ven tan fáciles, como a las críticas, al fracaso, a animales, etc.

Y del mismo modo encontramos heridas como miedo al abandono y al rechazo”, destaca Gómez.

Cualquiera de ellas es el resultado de miedos que no fueron gestionados adecuadamente en los primeros años de vida, lo que puede llevar a reacciones desproporcionadas.

Con esto se refiere a que la respuesta ante un escenario de temor es excesiva, al punto de que puede ocasionar malestar físico como mareos, vómitos, presión baja, entre otros, desencadenando consecuencias psicológicas en la persona.

¿Cómo superar los complejos adquiridos en la infancia?

A todo esto, Gómez ofrece una luz de esperanza al destacar que es posible superar estos desafíos.

Para ello, indica que lo primero que se debe entender es que el pasado no tiene la culpa, por lo que es mejor evitar frases como “es que esto me pasó cuando era pequeño”. Si lo hacemos estamos limitando nuestra capacidad de ser mejores, encerrándonos en una jaula mental que no nos permitirá evolucionar.

En su lugar, propone buscar la causa y reflexionar sobre las experiencias pasadas, llegando a buscar una nueva perspectiva sobre estas, pues subraya que la resignificación del pasado puede ser un catalizador para el crecimiento personal y la superación de los miedos arraigados.

A su vez, pone énfasis en la importancia de establecer vínculos con el presente y cuidar tanto el bienestar físico como emocional.

Para concluir, Gómez sugiere que buscar ayuda psicológica es un paso esencial hacia la resolución de estos problemas.

“La ayuda profesional puede enseñarnos a gestionar nuestras emociones y a encontrar mecanismos de defensa adecuados a nuestra realidad”, concluye.