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La gestión del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) atraviesa por frecuentes advertencias de crisis, prestaciones en riesgo, desfinanciamiento, así como de quejas de los afiliados y beneficiarios y de denuncias de corrupción.

No debería ser así. El IESS es un monopolio cuya mala administración perjudica a quienes se ven obligados por ley a aportar para un régimen que, según la Constitución, debe guiarse por principios de igualdad, solidaridad, obligatoriedad, suficiencia y subsidiaridad.

Un gran paso debe ser la modernización, pues el sistema actual está plagado de trámites burocráticos que complican una atención que debería ser oportuna y eficiente.

Los afiliados sufren, sobre todo, con las prestaciones del seguro de salud, que son la parte visible de los servicios.

“Que los fondos dejen de ser considerados parte de la caja chica de los gobiernos de turno”.

También es urgente que se despolitice al IESS y que los fondos, que deben  utilizarse exclusivamente en servicios para los afiliados, dejen de ser considerados parte de la caja chica de los gobiernos de turno.

Los aportantes, trabajadores en su mayoría, merecen prestaciones eficientes y de calidad. Si el IESS no está en condiciones de darlas, deberían eliminarse las barreras que impiden la posibilidad de decidir por sistemas alternativos de seguridad social.

Editorial de El Diario publicado este jueves 4 agosto del 2022 en nuestra edición impresa.