Más que congelar los precios de los combustibles, el Gobierno debió aplicar un tope, de manera que el valor de los hidrocarburos fluctúe hacia la baja, en caso de que caigan los precios del petróleo.
Es saludable que se haya puesto un alto a la elevación permanente de los precios de las gasolinas y el diésel. Las elevaciones sucesivas se habían convertido en una carga al presupuesto familiar y para las pequeñas empresas, afectadas en su mayoría por los costos económicos de la pandemia.
Disponer la eliminación de subsidios demanda más tiempo, para que la economía se adapte, incluso cuando se hace en forma progresiva.
Sin embargo, había que considerar que al congelar los precios lo que se hace es mantener un valor determinado, a pesar de las variaciones del costo del barril de petróleo.
“El país no está en condiciones de soportar el impacto de un paro”.
Así, si desciende el precio del crudo, los combustibles en Ecuador seguirán costando lo mismo. Frente a esto, lo saludable es establecer un precio máximo para las gasolinas y el diésel.
Por otra parte, las organizaciones que participan en las protestas deben tomar en cuenta que el país no está en condiciones de soportar el impacto de un paro. Hay mucho que perder en lo social, lo político y lo económico.
Editorial de El Diario publicado este jueves 28 de octubre del 2021 en nuestra edición impresa.