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Las declaraciones de algunos de los seleccionados ecuatorianos en los Juegos Olímpicos revelan la triste realidad que enfrentan muchos deportistas: la falta de apoyo por parte del Estado y del auspicio privado.

El campeón olímpico Richard Carapaz ha mencionado que no recibió apoyo del país y que, incluso, tuvo que pedir ayuda a su escuadra para poder competir en mejores condiciones. Otra de las deportistas ecuatorianas aseguró que llegó a las Olimpiadas sin entrenador y con elementos antiguos.

“Muchos deportistas sin apoyo se convirtieron en héroes olvidados”.

A partir de lo expresado, hay que resaltar, primero, el tesón de los deportistas ecuatorianos, muchos de los cuales han salido adelante por sus propios méritos, afrontando, incluso, elevados costos. Otros, en cambio, tuvieron que escoger entre sus sueños y la supervivencia. Se convirtieron así en héroes olvidados, autores de alegrías efímeras.

Segundo, hay que destacar el condicionamiento al que muchas veces se somete a los deportistas para apoyarlos. La politización, la tramitología y la centralización, males que sufre el Estado, ponen su cuota a la hora de determinar a quién se ayuda y a quién no.

Es de esperar que el Gobierno vea en esto una gran lección. No basta con aplaudir los logros; también hay que empujar hacia ellos.