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La Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria, la Fiscalía y la Justicia tienen un trabajo importante y fundamental: combatir la fabricación y venta de medicamentos falsos.

La oferta de fármacos adulterados crece y se encuentra en mercados, puestos informales. En sitios web e incluso en farmacias, dispensarios, clínicas y hospitales.

No es un asunto exclusivo de Ecuador, es un mal que aumenta incluso en muchos países con poder financiero y de control en Norteamérica y Europa. Este es un inconveniente creciente porque representa un negocio que muchos estiman en más de 200.000 millones de dólares.

“Hay otro efecto grave; la gente pierde la confianza en el médico y el sistema de salud”.

La Organización Mundial de la Salud ha notificado la existencia -cada vez más frecuente- de medicamentos o productos médicos de calidad subestándar. Espurios, de etiquetado engañoso, falsificados o de imitación.

Los antibióticos se encuentran entre los que más se falsifican, aunque esto ocurre con productos complejos y costosos, así como con los comunes y económicos.

Se presenta en todas las categorías terapéuticas, entre ellas medicamentos y vacunas.

El tema es complejo, porque muchas personas presuntamente consumen medicina y completan tratamientos con remedios adulterados que no causan efecto.

Esto agrava sus cuadros clínicos, los retrasa en su recuperación o incluso los agrava por no tener un tratamiento oportuno. Aunque creen que lo están recibiendo.

En los casos más complejos, los medicamentos falsificados llevan a perder funciones básicas o incluso terminan en muertes.

Editorial de El DiarioPublicado el 9 de octubre del 2024 en nuestra edición impresa.