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El ataque ocurrido contra el edificio de la Fiscalía de Manta es más que una advertencia de la delincuencia.

Es una muestra de que la inseguridad no se ha apartado de las calles pese a la vigencia del estado de excepción y toques de queda.

Con este tipo de atentados la delincuencia busca enviar señales de miedo a los agentes de la justicia y, por extensión, a la sociedad.

No pueden quedar en el simple registro; tienen que ser investigados a profundidad para determinar a todos quienes estén involucrados.

Con anterioridad, otros hechos han llamado la atención alrededor del edificio de la Fiscalía de Manta.

“Este tipo de hechos no puede quedar en el simple registro”.

En una ocasión se dejaron mensajes amenazantes y señales que, en su momento, fueron interpretadas como brujería.

Por otra parte, las autoridades de los poderes del Estado ya deben  analizar la necesidad de que los jueces y los fiscales tengan seguridad.

Es necesario que estos funcionarios sean protegidos  en vista de la amenaza latente contra ellos.

No hay que olvidar que ya son varios los operadores de justicia que han muerto en ataques violentos.

Si el Estado no protege a sus fiscales y jueces, y si no se hace justicia frente a los crímenes de que son víctimas, envía señales de vulnerabilidad e impunidad.

Editorial de El Diario publicado el martes 30 de enero del 2024 en nuestra edición impresa.