El estilo de juego de la canadiense Leylah Fernández, revelación del Abierto de Estados Unidos, esconde un origen que la empuja a mostrar su “picardía” y que su orgulloso padre, Jorge Fernández, describe como esa “sazón latina”.
Acaba de cumplir este lunes 19 años, luego de vencer en la víspera a la alemana y excampeona del torneo Agelique Kerber, logrando por primera vez el pase a los cuartos de final.
Nacida en Montreal, de padre ecuatoriano y madre filipina, esta joven que en sus redes sociales coloca tres banderas (Canadá, Ecuador y Filipinas) y se declara trilingüe, refleja según su progenitor ese toque latino que le viene de casta y que se le escapa cada vez que grita un “¡Vamos!” al ganar un set.
“Desde el comienzo siempre se lo puse ahí en la cabeza, en la casa, que ella tiene sangre latina”, refirió el padre en conversación telefónica con Efe desde Florida donde sigue la evolución de Leylah, pero también la de su otra hija Bianca, de 17 años, que compite en un torneo juvenil en España.
Nacido en Guayaquil y migrado con su familia a Montreal a una corta edad, Fernández era técnico de fútbol profesional cuando comenzó a despuntar su hija mayor y se vio obligado a reconvertirse de forma autodidacta en entrenador de tenis.
La tenista cogió la raqueta por primera vez a los 6 años, a los 12 ganó un campeonato nacional de Canadá, y a los 16 el Roland Garros juvenil.
PROMESA DE PADRE
Todo comenzó cuando a Leylah no la aceptaron en un programa de alto nivel de tenis en Montreal, y “ahí hice una promesa de padre, porque nunca imaginé que iba a seguir en este mundo del deporte”.
“Me puse a estudiar el tenis a tratar de meterme en el ambiente alrededor de la gente, usé muchos recursos y siempre tuve en la mente que si otra gente lo pudo hacer, ¿por qué nosotros no podíamos?”.
Y es que siguiendo los pasos de Richard Williams, padre y formador de Serena y Venus, o del padre de Sharapova, Fernández aprendió por su cuenta todo lo que pudo del tenis para formar a su hija a la que le hacía ver videos del tenista chileno Marcelo Ríos, o del ecuatoriano Andrés Gómez, ganador de Roland Garros en 1990.
Sobre la forma de jugar de Leylah, que emplea su zurda con soltura en la cancha comenta que su hija mostraba un toque especial que siempre quiso potenciarle.
“Cuando vi que ella quería entrar en el deporte de alto nivel me di cuenta de que había algunas cosas que salían de ella que son más latinas y quise alimentar esa dirección, que no fue muy aceptada en Canadá”, explica.
Esa picardía se ve reflejada en que le gusta mucho jugar con la bola, golpear en ángulos, hacer “dejadas”, algo que su padre asegura que le enseñó: “Se lo puse como picardía, la sazón latina, el desequilibrio” al contrincante, concepto que tomó prestado del fútbol.
ALEGRAR AL AFICIONADO
El estilo de Leylah Fernández no solo sorprende, sino que termina “forzando a la gente a que se enamore del juego, y eso es algo muy latino que se encuentra en nuestra música, en nuestra comida, la pasión, la alegría”, resume.
Leylah parece no intimidarse ante los grandes desafíos y su padre afirma que siempre le inculcó que debía medirse con las mejores, y en las primeras pistas, así le tocaran a la primera oportunidad.
“Ahí se le va el miedo y comienza a gustarle el jugar delante de una afición, porque perder o ganar es difícil de saber, pero sí darle alegría a la gente que está mirando”, expone el progenitor.
Los abuelos maternos de la tenista viven en la ciudad ecuatoriana de Salinas, donde la tenista ha viajado un par de veces a visitar a la familia, si bien en los últimos años los múltiples compromisos deportivos se lo han impedido.
Sin embargo, la sazón ecuatoriana no falta en su alimentación ya que su padre reconoce que le encantan los patacones, los estofados y secos y la sopa de leche.
El periodista ecuatoriano especializado en tenis Kenny Castro, que la vio levantar el Roland Garros juvenil, destaca de ella que pese a ser menuda, tiene una gran movilidad y es “muy inteligente para jugar”.
“Ella ha asumido ese rol de zurda, porque ser zurdo en el tenis tiene cierta ventaja si le sabes sacar partido”, explica.
Otro elemento que destaca de la canadiense es que pese a su juventud se viene arriba en los escenarios que para muchos serían cuanto menos intimidantes.
Así lo demostró en el estadio de tenis Arthur Ashe, el más grande del mundo con capacidad para más de 23.000 personas, donde batió a la japonesa y una de las favoritas Naomi Osaka. Toda una declaración de intenciones.
Y resume sus fortalezas en que “es una buena zurda, es rápida y los grandes escenarios no la asustan”.
Al ser interpelada en una rueda de prensa reciente qué era lo que la mantenía firme en partidos reñidos contra rivales que han pasado por este tipo de momentos mucho más que ella, la joven promesa con una sonrisa en su cara admitió que “Honestamente, no lo sé”.
“Solo trato de usar todo mi entrenamiento en casa. Me dijeron que lo tomara punto por punto y en eso traté de concentrarme. Me alegré de haber podido ejecutarlo”, comentó sobre la estrategia que desarrolló y que su propio padre le había diseñado.