Cuando apenas tenía 12 años, el niño Asciclo Garay Morales decidió que nunca más saldría a las calles de su natal Charapotó, en el cantón Sucre.
Se encerró en su habitación y prometió que sus allegados y amigos solo lo verían el día que muera. Y cumplió su palabra.
Pasaron 74 años de aquella decisión y efectivamente solo pudieron verlo ya fallecido y cuando pasaba por los 86 años.
La historia se remonta al Charapotó del ya lejanísimo año de 1950. En ese tiempo la escuela Santa Marianita de Jesús era toda una novedad y los niños de la parroquia eran enviados a sus aulas con la ilusión de que se formen como hombres y mujeres de bien.
Todo por un llamado de atención
En uno de sus grados estaba Asciclo Garay. Todo iba bien hasta que un día el estudiante fue reprendido, entre sus compañeros, por un familiar.
El llamado de atención fue determinante para el preadolescente que llegó a su casa y, también enojado porque no lo apoyaban en su tarea de convertirse en sacerdote, prometió que nunca más lo verían las personas.
Y lo cumplió. Desde ese momento ningún mortal más de Charapotó, ni de ninguna otra población, que no sean sus familiares más cercanos lo pudieron ver.
Al principio, sus compañeros pensaban que se le iba a pasar y pronto volvería con ellos a jugar al cogido y a las escondidas en la escuela.
Sergio Centeno, ahora de 88 años y quien era uno de sus más cercanos compañeros, narró que desde ese momento, intentó llegar a su casa para convencerlo de que regrese. Sin embargo, nunca lo pudo ver.
Los calendarios se fueron deshojando. Primero con los meses, luego los años y por último las décadas, hasta llegar al insólito período de 74 años sin tener un contacto directo.
Aunque siempre le enviaba saludos con sus familiares, los cuales Acisclo devolvía con un parco “Salúdamelo también” y daba por zanjado el recado.
Todos llegaron a conocer para Asciclo Garay
Fue el 3 de mayo del 2024 cuando su cuerpo fue velado en la casa de sus familiares.
En medio de la sala estaba el cofre de madera. Hasta allí se acercó don Sergio y por fin vio a su amigo de cuerpo entero, aunque inerte y sin afeitar. Por otro lado él trataba de comparar con la imagen que congeló en su mente en el año 1950.
Sus familiares señalaron que si bien Asciclo Garay permanecía en su casa, auto encerrado, estaba enterado de todo lo que sucedía en Ecuador y en el mundo, pues era un consumidor ávido de noticias.
Al principio empezó con la radio AM, luego dijo se hizo fanático del Diario Manabita y también del canal Manavisión.
“Él disfrutaba viendo las noticias de Charapotó”. dijo su hermano Isaac, de 90 años. También le ayudaron las redes sociales, así estaba al tanto de todo.
También recordaron que Asciclo Garay tenía una salud de hierro, y eso le ayudaba a evitar a los médicos, pues no quería dar oportunidad a que los de afuera lo vieran.
Su hermano recuerda que la única gran dolencia que sufrió sucedió en 1980 cuando lo aquejó un dolor fuerte, por el que accedió a ser evaluado por un galeno.
Luego un médico sobrino suyo, lo sanaba de dolencias menores. También tenía un peluquero familiar.
Así pasó el encierro durante la pandemia del covid-19
El hombre, ya anciano, evadió el Covid sin problemas, pues cuando en el año 2020 se determinó el confinamiento de la humanidad, para él eso ya estaba pasado de moda y desde su cuarto de eterno soltero miraba cómo el mundo estaba tan encerrado como él. Nunca se contagió, aunque algunos de sus familiares sí.
Sin embargo en este 2024 una enfermedad de su época: un colerín, lo sorprendió y antes que el médico llegara, falleció.
Cientos de personas desfilaron por la casa de sus familiares, en parte para darle las condolencias y en otras para ver cómo se veía, aunque sea de muerto, el misterioso hombre, convertido en leyenda que estoicamente soportó 74 años de un autoencierro.
Acisclo desde los 12 años nunca salió de casa, por lo que no obtuvo cédula de ciudadanía, lo cual ahora no permite sacar un certificado de defunción, pues no era un ciudadano para el Estado.