Muchos tienen perros, gatos y hasta gallinas como mascotas, pero Juan Anchundia tiene una que no tiene cualquiera: un gallinazo.
Esta especie no es doméstica, sino que ronda cerca de basureros o donde se encuentre un animal en descomposición. De eso se alimenta.
Sin embargo, Juan ‘adoptó’ el ave desde que era un pichón y por eso se ha adaptado a él, comenta.
Le da de comer, la baña y hasta le puso un nombre: se llama Simón. Eso sí, no sabe si es hembra o macho.
Pero eso no ha sido impedimento para que el gallinazo se convierta en su compañero fiel.
Recuerda cuando lo trajo desde Guayaquil y su familia se mostró extrañada por aquello.
Su madre cuenta que le dijo que un gallinazo no se puede adoptar como mascota porque tienen mal olor.
No obstante, mencionó que lo baña periódicamente. “Le lavo las alas, le pongo champú y lo cepillo bien para que no apeste”, mencionó Juan quien habita en Jaramijó, en Manabí.
La comida preferida de Simón es el pescado, pero también come tomate y toma yogurt.
Simón va a tener ya cuatro años con la familia Anchundia Delgado y se ha convertido en un integrante más.
Incluso lo acompaña a coger el bus que lo lleva a su trabajo. “Cuando ya me ve que me subo se regresa a la casa”, dijo.
Los gallinazos son una especie es conocida por ser carroñera. Hurga en basureros, come huevos y material vegetal en descomposición y puede matar o lesionar a mamíferos recién nacidos o incapacitados.
Juan dijo que no sabría qué hacer si algo le llegara a pasar a Simón.