El asesinato de María Belén Bernal, estrangulada presuntamente en una sede policial a manos de su marido, un teniente que se encuentra prófugo, apunta a convertirse en uno de los rostros más emblemáticos de la violencia de Ecuador, tras causar gran alarma en el país por las circunstancias del caso.
La población ecuatoriana amaneció este jueves todavía conmocionada tras confirmarse durante las últimas horas las peores sospechas, después de que Bernal desapareciera al visitar a su esposo, Germán Cáceres, en la Escuela Superior de Policía e hiciera saltar todas las alarmas.
Luego de diez días de intensa búsqueda, los restos de la abogada de 34 años fueron hallados el miércoles en un barranco cerca de la Escuela de Policía, en el norte de Quito, y la autopsia practicada posteriormente reveló que fue estrangulada, según detalló este jueves el comandante general de la Policía Nacional, Fausto Salinas.
“Sabemos que sucedió un hecho en el dormitorio (de Cáceres dentro de la Escuela Superior de Policía)”, detalló Salinas en declaraciones a la emisora radial Centro.
“De ahí (Cáceres) derivó en la búsqueda de una coartada para deshacerse de la culpabilidad. Lo cual no ocurrió porque el trabajo de investigación, articulado con la Fiscalía, ha sido muy bueno y, con todas las pericias e indicios, el evento de la investigación está cerrado”, sostuvo el jefe de la Policía ecuatoriana.
CALIFICADO COMO FEMICIDIO
Con el teniente Cáceres señalado como el principal sospechoso del asesinato por los indicios recogidos durante la investigación, las autoridades ecuatorianas como el ministro del Interior, Patricio Carillo, no han titubeado en calificar el hecho como un “feminicidio”.
Así, si se confirma a Cáceres como el autor del asesinato, la muerte de Bernal va camino a ser la cara más reveladora de la larga lista de feminicidios registrados en este 2022, que según las organizaciones feministas sumaban 206 hasta el viernes pasado.
Tras practicarse la autopsia, el cuerpo de María Belén Bernal llegó este miércoles hasta el teatro de la Universidad Central del Ecuador, donde fue instalada una capilla ardiente ante una desconsolada Elizabeth Otavalo, la madre de la víctima, que a duras penas trataba de calmar al hijo de Bernal, de 13 años.
“Hoy por hoy mi hija ya es un ángel, pero esto no termina aquí. Esto termina cuando los malhechores hayan pagado su culpa. Mi hija es una víctima. Ella murió dentro de la Escuela Superior de Policía. Por lo tanto, es un crimen de Estado, señores. No puede quedar impune. Mi hija no va a ser una estadística más”, afirmó Otavalo.
El féretro fue recibido con fuertes gritos de “Ni una menos, vivas nos queremos” y “que caiga con fuerza el feminicida”, en una continuación de las protestas del miércoles de colectivos feministas que señalan a la Policía de ser también cómplice en el asesinato de Bernal, al haber ocurrido todo presuntamente en un recinto policial lleno de agentes del orden.
GRITOS DE “NI UNA MENOS”
Este caso ha golpeado de pleno al seno de la Policía de Ecuador, aunque su plana mayor se mantiene al frente excepto los directores de la Escuela Superior, que fueron cesados para ser sustituidos por mujeres con el objetivo de implantar, según el ministro Carrillo, un enfoque de género en la malla curricular del centro formativo de policías.
Al mismo tiempo hay una docena de miembros de la Policía a los que se les ha abierto expediente por haber contribuido al hecho, ya sea por acción o por omisión, entre ellos una cadete que se encuentra en prisión provisional.
Mientras, continúan las investigaciones del caso, incluidos los operativos para encontrar a Cáceres, quien permanece prófugo desde la semana pasada, cuando rindió una primera declaración ante la Fiscalía y quedó libre sin cargos.
Como parte de las diligencias, la Fiscalía informó este jueves que durante la madrugada se allanaron los domicilios de la hermana de Cáceres, en uno de los barrios más acomodados de Quito, y también la vivienda donde reside una amiga de la cadete procesada.
La Policía ecuatoriana también ha activado una alerta internacional ante la posibilidad de que Cáceres, que era instructor en la Escuela de Policía, se haya fugado del país, en una búsqueda que tiene una recompensa por parte del Gobierno de hasta 20.000 dólares a quien ofrezca información sobre su paradero. EFE