Es imperativo emprender una campaña para descontaminar y proteger las vertientes de agua, con el fin de garantizar el acceso al líquido vital en condiciones de seguridad y limpieza.

Manabí ha sido todo el tiempo una provincia sin caudales permanentes, lo cual, en gran medida, incide sobre el abastecimiento de agua a la población. Los ríos pierden gran parte, o la totalidad, de su caudal en la época seca.

Los embalses han resuelto, en parte, el problema de la escasez de agua en Manabí“.

Los embalses, como Poza Honda, La Esperanza y otros, han resuelto en parte la falta de agua. Sin embargo, no cubren todo y las noticias sobre la muerte de ganado y las pérdidas de cultivos se han vuelto parte de la rutina, lo mismo que las inundaciones.
El Plan Hídrico de Manabí, elaborado hace más de tres décadas, pasó a ser solo un gran proyecto, ejecutado a medias, pero su visión era abastecer a toda la provincia a través de una serie de embalses y obras de riego.
La provincia no puede sentarse a esperar la buena voluntad de los gobiernos.

El primer gran paso debe ser el mantenimiento de lo que existe.
Los municipios, el Ministerio del Ambiente y otras entidades tienen la responsabilidad de contribuir a que se descontaminen las fuentes hídricas. Es el gran paso. Al menos así se asegura que haya agua segura.

Editorial de El Diario publicado este lunes 31 de mayo del 2021 en nuestra edición impresa.