El sector eléctrico ecuatoriano enfrenta desafíos estructurales que amenazan la estabilidad energética del país. Los mismos deben ser subsanados cuanto antes para evitar que una emergencia como la actual se repita en el futuro.
El monopolio estatal en la generación, distribución y venta de electricidad ha mostrado ser ineficiente ante la demanda creciente. Y también a los imprevistos cambios climáticos, como el estiaje actual.
Esto ha derivado en apagones cuyos efectos impactan a la economía, la seguridad y la calidad de vida de los ciudadanos.
“Es urgente abrir el sector eléctrico a capitales externos”.
La falta de inversión sostenida en mantenimiento y expansión de las centrales ha agravado los problemas. Además, deja en evidencia la urgencia de abrir el sector a capitales externos que aporten innovación y recursos frescos.
El marco regulatorio vigente restringe la autogeneración de energía en el ámbito privado; es decir, el Estado pone trabas a las inversiones privadas que podrían aliviar la carga del sistema eléctrico nacional.
Flexibilizar las leyes permitiría a las industrias generar su propia energía y reducir la dependencia de la red pública, al tiempo que se fomentaría el desarrollo de fuentes limpias.
Ecuador necesita un cambio de rumbo en su política energética: un sistema dinámico y flexible que permita atender las demandas actuales y anticiparse a los desafíos por venir.
Editorial de El Diario: Publicado el 16 de octubre del 2024 en nuestra edición impresa.