La situación económica del país requiere, entre muchos otros factores, eficiencia en el gasto público.
Esto con el fin de que los fondos que recauda el Estado beneficien de mejor manera a la comunidad.
El Gobierno debe controlar cuánto, cómo, en qué y para qué se inyecta dinero al gasto público.
No es lo mismo construir nuevos edificios públicos que comprar medicamentos para abastecer a los hospitales.
Son objetivos diferentes y cada uno tiene un nivel de prioridad.
Construir una carretera puede ser necesario, pero si hay sobreprecio, la calidad de los materiales baja y el tiempo de vida útil se reduce.
Hace falta -y no es un problema exclusivo de este gobierno- un modelo eficiente de gestión para el gasto público.
No se establecen prioridades, necesarias en un escenario de crisis. No hay controles suficientes.
Los compromisos políticos y personales siguen mermando los fondos del Estado.
Tampoco hay un trabajo efectivo contra la corrupción, que se lleva entre 5 y 7 mil millones de dólares cada año.
“El Gobierno debe controlar cuánto, cómo, en qué y para qué gasta”.
La contratación de recursos humanos y los sistemas de compras públicas deben ejecutarse desde la perspectiva de la calidad del gasto, no desde la conveniencia de los servidores.
El Estado debe garantizar derechos y proveer servicios en forma eficiente y con calidad.
En tiempo de crisis es urgente que se invierta en ello en forma óptima.
Editorial de El Diario publicado este lunes 20 de marzo del 2023 en nuestra edición impresa.