Tras días de incertidumbre, el Gobierno de Tonga describió este martes como “un desastre sin precedentes” el tsunami y la erupción volcánica sufridos por este archipiélago del Pacífico Sur donde se ha confirmado la muerte de tres personas.
En su primer comunicado oficial desde el desastre natural ocurrido el sábado, el Gobierno describe cómo la erupción del Hunga Tonga Hunga Ha’apai provocó un tsunami con olas de hasta 15 metros de altura que golpearon varias islas de las 169 de este archipiélago.
Las tres víctimas mortales confirmadas son una británica, otra mujer de 65 años de la isla Mango y un hombre de 49 de la isla Nomuka.
El comunicado gubernamental, que se demoró por el corte de las comunicaciones en el archipiélago, describe cómo la catástrofe provocó la destrucción de todas las casas en Mango, poblada por 36 personas, mientras que solo dos quedaron en pie en la isla Fonoifua, las dos más afectadas junto a Nomuka.
El Ejecutivo ha ordenado el despliegue de dos buques militares para llevar ayuda humanitaria a algunas de las zonas más afectadas en unas condiciones difíciles por la destrucción en las costas y la densa capa de ceniza que ha cubierto este territorio.
AGUA CONTAMINADA. Uno de los problemas más graves señalados por el Ejecutivo es la escasez de agua potable, que intenta subsanar con la colaboración de otras naciones, como Nueva Zelanda y Australia.
Dos barcos de la Marina de Nueva Zelanda zarparon hoy cargados de ayuda humanitaria con destino a Tonga, a donde tienen previsto llegar este viernes, mientras que Australia tiene preparado otro navío con ayuda de emergencia, incluidos 250.000 litros de agua potable y una planta de desalinización con capacidad de producir 70.000 litros.
Ambas naciones además tienen previsto enviar aviones C-130 Hércules con más suministro una vez se haya podido limpiar la densa capa de ceniza volcánica que ensucia la pista de aterrizaje en la capital tongana.
La Cruz Roja calcula que unas 80.000 personas, de los 105.000 habitantes del país, han sido afectadas por esta catástrofe natural, y los expertos no descartan que se produzcan otros incidentes de actividad volcánica.
PAISAJE LUNAR. Las imágenes aéreas tomadas este martes por vuelos de reconocimiento de las Fuerzas Aéreas de Nueva Zelanda mostraban un paisaje lunar, donde la ceniza cubre todo el terreno e importantes daños en los edificios asentados en la isla de Tongatapu, donde se encuentra la capital, Nuku’alofa.
Otras islas como Uoleva y Uiha, además de Nomuka, muestran un escenario similar, con graves inundaciones y acumulación de ceniza, según imágenes del Centro de Satélites de las Naciones Unidas (UNOSAT).
El país ha permanecido prácticamente incomunicado debido a que el cable submarino por donde se conectan todas las comunicaciones telefónicas y de internet se ha roto a unos 37 kilómetros lejos de la costa.
Según el Gobierno, las líneas telefónicas solo funcionan en las islas de Tongatapu y Eua, mientras que las dos compañías de telecomunicaciones tratan de restablecer el servicio en algunos puntos con tecnología por satélite, con prioridad para llamadas internacionales y correo electrónico.
Un portavoz de la compañía responsable del cable submarino remarcó, en declaraciones a la emisora Radio New Zealand, la enorme dificultad de los trabajos de reparación ante la situación de incertidumbre por la actividad del volcán y que al menos tardará semanas hasta que pueda llegar hasta la zona el encargado para estas labores.
“Esta erupción volcánica masiva resalta la importancia de las telecomunicaciones y el acceso a internet desde y hacia las naciones insulares del Pacífico”, apunta la investigadora Gemma Malungahu, de la Universidad Nacional de Australia, en un comunicado al pedir un plan para establecer otros sistemas de comunicación en emergencia.
EL VOLCÁN SUMERGIDO TRAS LA ERUPCIÓN. La atronadora erupción del Hunga Tonga Hunga Ha’apai, que pudo escucharse a cientos de kilómetros de distancia y se apreció claramente desde el espacio, también provocó que el volcán desapareciera de la superficie marina.
Las imágenes de UNOSAT revelan que a raíz de la erupción solo quedan dos pequeñas porciones de tierra sobre el nivel del mar, mientras que unos días antes estas dos porciones que sobreviven -parte del cono del volcán submarino- eran mucho más grandes y estaban unidas por una lengua de terreno de 1,2 kilómetros de ancho.
La desaparición del volcán dificulta la tarea de los expertos para controlar su actividad submarina, con un amplio historial de erupciones y que convirtió la del sábado en una de las más violentas que se han registrado en los últimos treinta años en el planeta.