La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) consideró este martes “razonable” empezar a considerar la administración de una cuarta dosis de vacunas contra la COVID-19 en personas con un sistema inmunitario deprimido, pero advirtió de que no hay datos sobre su necesidad en la población general sana.
En una rueda de prensa, Marco Cavaleri, jefe de Estrategia de Vacunación, aseguró que los reguladores de medicamentos en diferentes regiones, incluida la EMA, “están de acuerdo en que la administración de múltiples dosis de refuerzo con intervalos cortos en el tiempo no sería una solución sostenible a largo plazo”.
“La administración repetida de refuerzos con varios intervalos de tiempo cortos podría reducir el nivel de anticuerpos que se pueden producir en cada administración, ya que nuestro sistema inmunológico necesita una cierta cantidad de tiempo para mostrar la respuesta al antígeno que se le presenta. Esto, potencialmente, hará que la vacunación sea un poco menos eficiente con el tiempo”, detalló.
Cavaleri no incluye aquí la tercera dosis, que es el primer refuerzo -que sigue a la vacunación primaria- y ya se está inyectando a toda la población europea con aval de la EMA, sino a potenciales futuras dosis, incluida la cuarta, de la que “no hay evidencias de estudios clínicos o la vida real sobre su necesidad o valor” en la población general.
Sin embargo, en la población con un sistema inmune gravemente deprimido y, “aunque todavía no hay datos disponibles, sería razonable que las autoridades de salud pública empezaran a considerar la administración de una cuarta dosis desde ya” para incrementar la protección.
Si en el futuro es necesario volver a vacunar, al menos en algunos grupos de riesgo, la EMA subrayó que los refuerzos podrían ofrecerse con la llegada del frío, como ya se hace con la de la gripe, porque “esto aumentaría la respuesta de anticuerpos cuando más lo necesitamos”, a diferencia de las dosis consecutivas.
Cavaleri se refiere a las conclusiones de un encuentro entre reguladores de todo el mundo, que estuvo copresidido la semana pasada por la EMA y la Agencia de Medicamentos de Estados Unidos (FDA), en el que todos discutieron cuál debe ser la respuesta regulatoria global al virus.
Los participantes, entre ellos expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Comisión Europea, revisaron la evidencia disponible sobre la efectividad de las vacunas contra ómicron, en busca de “una alineación de requisitos regulatorios clave para respaldar el desarrollo de una posible vacuna adaptada” a esta variante.
Ante los altos contagios en Europa debido a la rápida propagación de la variante ómicron, Cavaleri reiteró que las vacunas disponibles contra la COVID-19 -especialmente tras la administración del refuerzo- protegen bien contra la enfermedad grave, la hospitalización y la muerte tras la infección, a pesar de que la protección contra el contagio se vea reducida.
“La situación en el continente sigue siendo muy preocupante, sobre todo vista la alta tasa de contagios que están progresando la enfermedad, lo que está aumentando la presión sobre los hospitales y la atención primaria”, explicó.
Por tanto, lamentó que solo el 40% de la población adulta en el Espacio Económico Europeo (EEE) -los 27 de la UE, Islandia, Liechtenstein y Noruega- hayan recibido ya la dosis de refuerzo, y todavía quedan cerca de un 20% de los ciudadanos sin que se les haya suministrado la pauta completa.