Lo que inició como una actividad escolar dentro de un salón de clases concluyó con dos revelaciones impactantes. Hace más de un año, Paula, profesora de una escuela pública situada en el suburbio de Guayaquil, le preguntó a sus alumnos ¿qué deseaban ser cuando fueran adultos? La contestación de sus dos estudiantes la ‘congeló’.
Francisco, de 9 años, se puso de pie y alzando su mano derecha le respondió: “Yo de grande quiero ser como mi papá”. La inocente respuesta del pequeño dejó atónita a la maestra, pues en el plantel conocían que el padre del pequeño estaba preso por robo.
Pero el diálogo que acompañó a la respuesta del menor de edad la dejó aún más asombrada. El estudiante, delante de sus compañeros de salón, explicó cómo quitar las piezas de un vehículo para robarlas. Además, contó que su padre estaba a punto de recuperar la libertad y que también había matado a personas.
“Nunca pensé que iba a escuchar algo así. Fue una pregunta que surgió durante un acto escolar como docente. Siempre escuchaba a mis estudiantes decir que querían ser ladrones, sicarios, distribuidores de droga o simplemente vivir del bono. Es triste, pero es lo que han visto siempre en su entorno y en su mente lo han normalizado. Recuerdo que al niño le dije que estaba mal, que no lo repitiera, que sería un profesional”, expresa Paula.
Pero Francisco no fue el único que con su respuesta ‘pasmó’ a la docente. Otra alumna, Diana, de 8 años, frente a sus compañeros relató que la noche anterior había llegado la Policía a su casa, porque su abuela tiene una tienda y su tía vende droga.
“Fue impactante. La niña me dijo como si fuera una victoria, un premio, ‘miss a mi casa llegó la Policía’. Sorprendida le pregunté cómo así habían ido policías y ella impasible contestó: ‘es que mi abuelita tiene una tienda y es ahí donde mi tía vende H’ y que por eso su tía tenía dinero”, relató la maestra.
Por otra parte también sostuvo que por su acercamiento con los estudiantes y con los representantes muchas veces los profesores conocen las actividades a las que se dedican los padres de familia.
“Con los niños no hay secretos, ellos cuentan todo. Como docentes no podemos preguntarles, porque la ley lo prohíbe, pero esa ley no nos prohíbe que podemos escucharlos, lo que debemos hacer es direccionarlos como un psicólogo”, manifiesta la joven profesora, quien durante 5 años impartió clases de inglés.
Nota tomada de el Extra