Es plausible que el Gobierno haya decidido otorgar indultos a los reclusos de las cárceles afectados por enfermedades catastróficas, terminales, tuberculosis multidrogorresistente y coinfección TB-VIH, pues, a más de ser una actitud humanitaria, ayudará a descongestionar esos lugares.
Sin embargo, tales procesos deben manejarse con precaución y, si es posible, con la aplicación rigurosa de los procesos, con el fin de disminuir la posibilidad de que se favorezca indebidamente a quienes no están en condición de ser indultados.
Además, debería preverse la probabilidad de que muchos de esos reclusos vuelvan a delinquir, lo cual incrementaría los niveles de inseguridad.
“Que se disipe el riesgo de sacar de las cárceles a personas que no lo merezcan”.
Un proceso como este demanda una revisión exhaustiva de cada proceso, si es posible en varias instancias, de tal forma que se disipe el riesgo de que, en vez de ser justos, se pase al bando contrario, al sacar de las cárceles a personas que no lo merezcan, burlando con ello a la justicia.
Lo mismo debe ocurrir con las personas que reciben la libertad tras cumplir más de la mitad de la sentencia.
Es de esperar que las decisiones que se tomen en este sentido sean las más convenientes, tanto para las personas como para la sociedad.
Editorial de El Diario publicado este lunes 29 de noviembre del 2021 en nuestra edición impresa.