El Código de la Democracia debería reformarse, pues contiene limitaciones para la promoción de las candidaturas, lo cual es una forma de censura y centralismo.
La norma fomenta la intervención estatal directa en la campaña política, bajo la figura de un control que no debería existir. Da al Consejo Nacional Electoral, por ejemplo, la potestad de negar a cualquier candidato la posibilidad de publicar un mensaje pagado a través de los medios de comunicación si considera que afecta a alguien más.
Pero va más allá, pues puede considerar campaña anticipada los mensajes de promoción previa de alguna persona que aspire a terciar en alguna candidatura.
En ambos casos se trata de decisiones sujetas a la subjetividad del funcionario o del juzgador. Sin embargo, hay otras consideraciones que también debe revisarse, como el impedimento de que los candidatos a integrar el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social hagan campaña electoral, pese a que se los escoge por votación popular.
Los legisladores deberían pensar en la necesidad de revisar el Código de la Democracia y los reglamentos que rigen la promoción electoral, eliminando cualquier forma de censura tácita o directamente manifiesta.
Editorial de El Diario publicado este jueves 16 de septiembre del 2021 en nuestra edición impresa.