Es positivo que el Ministerio de Finanzas diga públicamente que no se van a desviar recursos de la reconstrucción y que las líneas de financiamiento internacional que inicialmente estaban destinadas a Manabí y Esmeraldas seguirán dirigidas a estas provincias.
Queda la sensación de que fue la protesta unánime de Manabí la que hizo reflexionar a las autoridades sobre el error cometido con la carta enviada a las autoridades chinas.
La explicación dada es justa, pero suena forzada, por ello sería ideal que el ministro envíe una nueva misiva a ese país, precisando el destino geográfico de los fondos.
Los representantes de Manabí deben seguir alertas porque es deficiente la atención de los asuntos no resueltos y de las obras iniciadas pero inconclusas, tras el terremoto del 2016.
“Tras casi seis años, la deuda del Estado con Manabí es grande”.
Lo es, básicamente, por la incapacidad y corrupción de anteriores gobiernos, pero adicionalmente por la inoperancia actual para destrabar esos errores en lo administrativo, financiero, técnico y legal, donde también queda debiendo la Justicia.
El manejo de estos graves asuntos parece desconectado de la realidad y lejano al dolor que aún soporta Manabí. Es incomprensible que tras 70 meses y con tantas necesidades esperando, aún existan dineros sin invertirse y concretarse en obras.
El actual gobierno también debe buscar financiamiento para los temas pendientes que no están incluidos en los fondos que están retrasados. No se conoce sobre la asignación de más recursos o la búsqueda de ellos, y es sabido que con lo “existente” no se resolverá todo lo que está esperando tras el terremoto.
Editorial de El Diario publicado este viernes 18 de febrero del 2022 en nuestra edición impresa