Lo ocurrido con los silos que primero pertenecieron a la Empresa Nacional de Almacenamiento y Comercialización (ENAC) y luego a la Unidad Nacional de Almacenamiento (UNA), ambas empresas públicas desaparecidas, es lamentable y, al mismo tiempo, muestra el fracaso del Estado como empresario.
Los silos, que hasta hace pocos años brindaban un invalorable servicio a los agricultores, terminaron como chatarra una vez que se liquidó a la UNA. Al ser bienes públicos, eran de todos los ecuatorianos y, al mismo tiempo, de nadie en particular.
Esta figura terminó en falta de mantenimiento y permitió que, posiblemente, quienes estaban a cargo de su cuidado y manejo hayan contribuido al deterioro.
“Es lamentable que esto ocurra y, más, que se repita”.
La historia no es nueva, pero sí hay que lamentar que esto ocurra y, más, que se repita.
El Estado no debe hacer este tipo de inversiones. Si bien se entiende que los silos fueron construidos hace cinco décadas, cuando las políticas eran distintas, ahora se debe tener en claro que el rol del Estado no es construir silos ni manejar empresas que no sean parte del desarrollo estratégico.
Lo que sí le corresponde al Estado es dar facilidades, incluso créditos, y promover el desarrollo para que los empresarios inviertan y con ello generen ganancias para ellos y para los usuarios.
Editorial de El Diario publicado este sábado 20 de agosto del 2022 en nuestra edición impresa.