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El Estado y el Gobierno ecuatoriano rozan un fracaso vergonzoso en materia de salud y en el trayecto de su descalabro se afectan vidas, e incluso, se pierden.

Si bien el Gobierno concentró sus esfuerzos iniciales en la atención del Covid-19 y en el proyecto de vacunación que resultó exitoso, es verdad que eso, que es meritorio, no puede ocultar o postergar la solución de otros temas fundamentales.

La falta de medicinas básicas, la ausencia de atención oportuna, la acumulación y represamiento de cirugías y el déficit de infraestructura e insumos son desesperantes.

Hay que sacudir el sistema de salud. Las denuncias de corrupción y de trabas burocráticas no pueden continuar.

“Se requiere altos niveles en calidad, calidez y oportunidad”.

Tampoco la indolencia frente a casos como los que han soportado los pacientes con enfermedades catastróficas que no reciben sus medicamentos esenciales.

Los resultados en salud pública no pueden continuar así; deben alcanzar altos niveles en calidad, calidez y oportunidad. Eso se logra con inversión, pero también con honestidad y gente capacitada y comprometida dirigiendo este sector clave, para lo cual es fundamental evaluar el sistema y replantear su estructura.

La salud tiene categoría de derecho y prioridad de Estado en la Constitución, pero hasta hoy muchas veces es un texto cargado de buenas intenciones. El reto es convertir ese mandato en una práctica.

Editorial de El Diario publicado este jueves 21 de abril del 2022 en nuestra edición impresa.