El Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) es muy exigente con las empresas, los patronos y los afiliados en el pago de los aportes y dividendos; es estricto cuando se trata de plazos, documentación y otros requisitos. Sin embargo, no es igual de ágil y cumplidor cuando debe cumplir sus obligaciones.
Un ejemplo es la prestación del seguro de salud. En muchas ocasiones, los afiliados no pueden agendar citas, no reciben medicinas y suele ocurrir que ni siquiera hay reactivos para los exámenes.
Para colmo, tampoco cumple con la misma estrictez los requisitos para funcionar. Los recientes incendios llevaron a revelar que ni sus oficinas ni las bodegas que ocupan tienen permisos de funcionamiento, y tampoco cumplen las normas de seguridad contra incendios.
“El IESS tiene dos caras bien definidas, una a la hora de exigir y otra cuando debe cumplir”.
Es una falla del municipio y del Cuerpo de Bomberos, que evidentemente no han controlado como debe ser; pero también es una muestra de dos caras bien definidas del IESS, una a la hora de exigir y otra a la de cumplir.
El Seguro Social debe exigirse a sí mismo, por sentido de moral propia, a cumplir las obligaciones legales.
Por otra parte, estos problemas surgen porque se trata de un monopolio con escaso control y fiscalización. Si el Estado no quiere abrir el sistema a la inversión privada, al menos debería proponer un sistema diferente.
Editorial de El Diario publicado este martes 8 de junio del 2021 en nuestra edición impresa.