Unas 240 ballenas murieron tras quedarse atrapadas en una playa en las remotas islas Chatham, a unos 840 kilómetros de la Isla Sur de Nueva Zelanda, en el segundo varamiento de cetáceos en menos de una semana y que han dejado casi medio millar de animales muertos, confirmaron este martes fuentes oficiales.
El Ministerio de Conservación de Nueva Zelanda señaló en un comunicado que sus equipos están trabajando en este varamiento, reportado la víspera en la bahía de Waihere, situada en la isla Pitt y también conocida como Rangiauria (en su nombre maorí).
Agregó que las ballenas sobrevivientes- cuyo número se desconoce- fueron eutanasiadas para evitarles un “mayor sufrimiento”, ya que sus regulaciones internas prohíben reflotarlas en las remotas islas Chatham debido al riesgo de ataques de tiburones, tanto al personal como a los mamíferos heridos.
“Esta decisión nunca se toma a la ligera, pero en casos como este es la opción más amable”, subrayó el asesor técnico de asuntos marinos del Ministerio, Dave Lundquist, citado en la nota.
Explicó, además, que Pitt es la “isla deshabitada más remota de Nueva Zelanda”, por lo que “las comunicaciones son limitadas y la logística es un reto”.
La muerte de estas 240 ballenas se dan después del deceso de otros 215 ejemplares que se quedaron varados el pasado sábado a unos 40 kilómetros de la isla Rangiauria, que pertenece al grupo de las islas Chatham, en donde residen menos de 800 personas.
Así, los dos incidentes juntos han dejado casi medio millar de esos animales muertos en menos de una semana.
Muchos mamíferos marinos, entre ellos ballenas y delfines, suelen quedarse varados con frecuencia en las costas del sur de Australia y de Nueva Zelanda, sin que los expertos hayan logrado esclarecer los motivos.
Se cree que estos incidentes se producen por enfermedades, errores de navegación, cambios repentinos en las mareas, la persecución de depredadores o a condiciones meteorológicas extremas.
A finales de septiembre más de 200 ballenas piloto murieron tras quedar varadas en una remota isla de Tasmania, en el sur de Australia, en el mismo punto donde dos años antes otros 370 ejemplares perdieron la vida.