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"560 de los talibanes liberados rompieron su promesa y volvieron al campo de batalla para luchar, y murieron a manos de las fuerzas de seguridad", dijo a Efe un portavoz del Ministerio del Interior, Tariq Arian.

 
Estos militantes forman parte de los 6.000 prisioneros que el Gobierno afgano liberó este año, a cambio de 1.000 miembros de las fuerzas de seguridad en un polémico proceso, tras la firma en febrero del histórico acuerdo entre los talibanes y Estados Unidos.
 
Arian afirmó que la mayor parte de los 560 insurgentes fallecieron en diferentes ofensivas en las provincias sureñas de Helmand y Kandahar.
 
Según Interior, al menos 1.100 combatientes insurgentes han muerto y otros 400 han resultado heridos en los contraataques de las fuerzas de seguridad en estas provincias, en un contexto de aumento de la violencia en el país asiático.
 
Arian no indicó el número de bajas entre las fuerzas de seguridad que se han producido en estos ataques.
 
Aunque los insurgentes se comprometieron con Washington a no lanzar ataques contra áreas urbanas, especialmente contra capitales provinciales, el mes pasado asaltaron la capital de Helmand, Lashkargah, y esta semana capturaron un distrito en la provincia de Uruzgan.
 
"Los talibanes deberían respetar su compromiso de reducir la violencia", dijo Arian.
 
Este aumento de las operaciones armadas tiene lugar mientras los talibanes y el Gobierno afgano celebran, desde el pasado septiembre, conversaciones de paz en Doha que por el momento no han desembocado en un alto el fuego.