Las autoridades de El Salvador calcinaron este martes un cargamento de 1,37 toneladas de cocaína decomisado recientemente en aguas del Pacífico, con un valor en el mercado del narcotráfico de más 34 millones de dólares, informó la Fiscalía General de la República (FGR).
El procedimiento, en el que participaron agentes de la Policía Nacional Civil, miembros de la Fiscalía y autoridades de la Dirección General de Medicamentos, fue realizado en un descampado del cantón San José Changallo, en el municipio de Ilopango (este).
El cargamento fue incautado a 490 millas náuticas (907 kilómetros) en Punta Remedios en el occidental departamento de Acajutla el 31 de julio pasado.
La droga era transportada en una embarcación conducida por un colombiano y dos ecuatorianos, y que al momento de su localización era transbordada a una embarcación donde viajaban tres mexicanos.
Los seis extranjeros fueron identificados como los mexicanos Ángel Ramírez Hernández y Marco Antonio Jarquín, Ludwing Martínez; el colombiano Walter Ocampo y los ecuatorianos Jimmy David Espinal y Wilber Javier Lazo.
Los hombres enfrentan un proceso penal en El Salvador por el delito de tráfico ilícito de drogas y el lunes fueron enviados a detención provisional por seis meses, tiempo en que la Fiscalía continuará con la investigación para “robustecer” las pruebas en contra de los acusados.
De ser encontrados culpables, los extranjeros pueden ser condenados a 15 años de cárcel cada uno.
De acuerdo con el ministro de Seguridad salvadoreño, Gustavo Villatoro, el cargamento de cocaína incautado tenía como destino México y provenía de Suramérica.
Las aguas del Pacífico salvadoreño son en ocasiones el puente para que estructuras dedicadas al narcotráfico trasladen drogas, particularmente cocaína, con rumbo a Norteamérica.
En 2020, las autoridades de seguridad salvadoreñas incautaron al menos 2,93 toneladas de diferentes tipos de drogas, valoradas en más de 48 millones de dólares, según el Gobierno.
El narcotráfico en Centroamérica y el Caribe contribuye a aumentar el ya muy elevado nivel de violencia en la región por la pugna competitiva entre los grupos criminales, de acuerdo con un informe de 2020 de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE).
La JIFE insiste en que “las pandillas locales y los grupos delictivos internacionales siguen explotando” la región de Centroamérica y el Caribe “como zona de tránsito y ruta de reexpedición de las drogas procedentes de América del Sur y destinadas a los mercados de consumo de América del Norte y Europa”.
En El Salvador, una de las principales fuentes de ingreso de las pandillas Mara Salvatrucha (MS13) y Barrio 18 es la venta de droga al menudeo, pero estas estructuras también han tenido contacto con carteles mexicanos.