En un Hollywood que parece hambriento de actores capaces de ser fuertes y sensibles al mismo tiempo, Glen Powell emerge como una de las figuras más interesantes de su generación. A sus 36 años, el texano ha demostrado que puede liderar taquillazos de acción y comedias románticas con igual solvencia, pero lo que realmente lo distingue es su manera de entender la masculinidad: como un espacio en el que la vulnerabilidad no es una debilidad, sino la mayor fortaleza.
Vulnerabilidad como sello personal
Powell no rehúye a hablar de emociones, ni dentro ni fuera de la pantalla. En entrevista con GQ, reflexionó: “La verdadera fuerza está en mostrar debilidad y en aprender de los fracasos”. Una frase que lo distancia de los modelos de masculinidad que dominaron en los años 80 y 90, encarnados por figuras como Arnold Schwarzenegger o Sylvester Stallone, símbolos de un héroe invencible e impenetrable.
Para Powell, la autenticidad es lo que conecta con el público actual. “Prefiero que me vean fallar siendo yo mismo, que triunfar fingiendo ser alguien que no soy”, confesó. Su propuesta no solo está en sus palabras: se refleja en la construcción de sus personajes, que transitan entre la acción física y la complejidad emocional, sin ocultar fragilidades.
Una agenda marcada por grandes retos
Este septiembre, el actor enfrenta una agenda intensa. Protagoniza The Running Man, dirigida por Edgar Wright y basada en la novela de Stephen King; encabeza Chad Powers, una comedia de Hulu donde interpreta a un mariscal de campo en busca de redención; y asume un papel central en Twisters, secuela del clásico de desastres naturales.
Estos proyectos no solo refuerzan su versatilidad, sino que también lo consolidan como heredero de una tradición de grandes estrellas de Hollywood. Sin embargo, Powell la reinterpreta bajo sus propios términos: menos rigidez, más autenticidad, y una masculinidad que conecta con una nueva sensibilidad en el público.
Mentores y aprendizajes
El camino de Powell no ha sido sencillo. Tras años de papeles secundarios y rechazos, aprendió a valorar la perseverancia y la honestidad como brújula profesional. Su relación con Tom Cruise durante el rodaje de Top Gun: Maverick fue decisiva. “Pasé de decir: ‘Soy un actor en una película’ a ‘Soy un atleta de alto rendimiento’. Tom me enseñó que cada escena es un reto y hay que estar listo para todo”, recordó.
También ha recibido apoyo de figuras como Richard Linklater y Josh Brolin, quienes destacan su autenticidad y ética de trabajo. Incluso una carta personal a Sylvester Stallone fue clave para conseguir un papel en Los Mercenarios 3. Esa sinceridad, lejos de ser vista como debilidad, se convirtió en su sello.
Masculinidad en pantalla y fuera de ella
Powell no solo habla de vulnerabilidad: la practica. Su rutina diaria incluye entrenamientos intensos, meditación y baños fríos. “Cuidar el cuerpo y la mente no es debilidad, es estar listo para lo que venga”, asegura. Esta filosofía impregna a sus personajes, que suelen enfrentar procesos de transformación y redención, desde héroes de acción hasta protagonistas de comedias románticas.
El éxito de Anyone But You, que recaudó más de 220 millones de dólares en taquilla, lo puso en el centro de la conversación pública. Entre rumores mediáticos y la presión de la fama, Powell eligió mantener el control de su narrativa: “La vida privada es importante, y sé cuándo mostrarme y cuándo desaparecer del radar”, compartió.
Un relevo en Hollywood
En un contexto donde el cine busca renovarse y responder a nuevas audiencias, Powell representa un relevo generacional. Su capacidad para mostrar fortaleza y vulnerabilidad, para ser al mismo tiempo el héroe y el hombre común, lo convierte en una figura singular.
“Me parece genial y difícil ser abierto y vulnerable”, dijo a GQ. Con esa convicción, Glen Powell marca distancia de los modelos de estrellas de antaño y propone un nuevo paradigma: el del hombre que no teme mostrar sus grietas porque entiende que, en ellas, reside su verdadero poder.