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Por más de 35 años los habitantes aún deben sufrir por el mal estado que se encuentran las cinco calles.

A esto se suma el mal olor que se desprende de uno de los sitios donde se arroja las aguas servidas.
“Ya no se puede ni comer, el olor es tan insoportable que hasta dolor de cabeza da”, es así como Estela Chavarría se refiere al hedor que se desprende de un riachuelo que pasa por la zona.
Para Javier Hernández, otro de los habitantes del lugar, considera que es necesario que se lleve a cabo un encajonamiento.
“Si se realiza un encajonamiento sería muy bueno, ya que nos libraríamos de ese mal olor y también de los mosquitos que han aumentado”, manifestó.
 
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