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En medio del fragor de las protestas, los mercados del país muestran signos de desabastecimiento y los precios de los productos de primera necesidad se elevan, por lo que se requiere, si no hay una solución pronta, una tregua para permitir la llegada de alimentos y medicinas, sobre todo.

Mientras varios sectores del país señalan la pertinencia del diálogo, ni el Gobierno ni los promotores de la paralización parecen, por ahora, dispuestos a ceder. Y lo peor es que quien paga las mayores consecuencias es el pueblo al que ambos dicen defender.

El país está caotizado y lo que se anunciaba como una protesta pacífica ha derivado en vandalismo, bloqueos de vías, destrucción del bien público, paralización forzada de actividades productivas e, incluso, preocupantes actos contra la salud de las personas.

“Debería investigar si es cierto que hay grupos delictivos tras el paro”.

El Gobierno ha dicho que tras estos actos hay intereses de grupos delictivos, por lo que debería disponer una investigación a los organismos pertinentes, dada la gravedad de los señalamientos.

La ciudadanía necesita paz. Una medida de hecho no puede conculcar los derechos al trabajo, la libre movilidad, la seguridad alimentaria y la seguridad. El diálogo debe ser una medida prioritaria.

Editorial de El Diario publicado este miércoles 22 de junio del 2022 en nuestra edición impresa.