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Casi como una campaña, por los varios escritos de nuestra autoría publicados en diferentes medios de comunicación,  hemos abordado el tema de la degradación de los suelos, como uno de los serios vicios que afectan a su parte más fértil, porque tiene una relación directa con la capacidad productiva de alimentos, todo en el afán de hacer conciencia en los niveles políticos de su real importancia, para que incluyan de manera preferente en sus propuestas, acciones para lograr su recuperación, perfectamente posible si se tomasen decisiones técnicas que involucren a empresarios agrícolas privados.

Hay lectores que, con toda razón, solicitan se precise cuáles son las medidas susceptibles de implementar a nivel de fincas agropecuarias, para alcanzar este loable cometido, por lo cual sirve un caso concreto a gran escala, que ha resultado exitoso para lograr paulatinamente revertir los desastrosos procesos de deterioro acontecidos en las áreas cercanas del Mediterráneo, en que ha desaparecido la capa vegetal fértil, sin otra alternativa inmediata que la incorporación masiva de materia orgánica transportada hasta estimular la generación de la propia.
La enmienda orgánica debidamente aplicada, promueve el desarrollo de reacciones físico químicas y microbiológicas, que modifican las características negativas del suelo, mejorando la capacidad de retención de agua, la infiltración, porosidad y su estabilidad estructural (Roldan et. Al., 1996). Habría que agregar, evitar el laboreo con maquinaria, el empleo de cubiertas vegetales como abono verde y la generalización de la siembra directa que significa ubicar las semillas sin necesidad de arado o rastrado previo, labores que han dado excelentes avances en la reincorporación productiva de suelos afectados en las áreas mediterráneas.
La reducción del laboreo en un cultivo de almendros, hizo decrecer en un 85% la erosión del suelo. En trigo, la implementación de estas prácticas provocó una reducción del 60% del nivel erosivo, respecto del trato intensivo tradicional, adicionalmente los valores de escorrentía se redujeron en el 30%, datos de estudios que finalmente han concluido que el impacto beneficioso del manejo sostenible y el control de la erosión se observa en poco tiempo, abriendo el horizonte para culminar regenerando nuestros suelos agrícolas seriamente disminuidos. Esta práctica en el país tiene el carácter de prioritaria, según el artículo 49 de la vigente Ley de Tierras y Territorios Ancestrales.