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En un colectivo heterogéneo donde las dos terceras partes viven del día a día, alguna de sus empresas grandes, medianas y pequeñas y, el resto de ese porcentaje del trabajo informal; la ideología no forma parte de sus prioridades y, obviamente, les es indiferente este requerimiento sociopolítico en la administración del Estado y su cumplimiento, en este orden, solo lo hacen con el sufragio por el voto obligatorio los que se encuentran comprendidos entre los 18 y 64 años de edad. 
La proliferación de candidatos -16- para la Presidencia llega a confundir a los electores, naturalmente a los que no son afiliados a tal o cual partido o movimiento político; número apreciable de los “independientes” que son la mayoría, quienes por la amarga experiencia de los que engañaron con ofertas demagógicas en las campañas e incumplimientos de ellas en sus administraciones, generan en sus conciencias dudas y rechazo. 
Ante ese escenario visualizado desde su interior está la ciudadanía encasillada en 3 grupos: los que rechazan a todos; 2) los semianalfabetos y los que sólo les interesa el certificado de votación, anularán el voto por intención o equivocación rayando donde no debían – 3, los que no rayan la papeleta, en blanco.
Hay que sumar además del bombardeo de la campaña publicitaria de algunos ilustres desconocidos para tan importante función, el incesante ataque que hace el establishment nacional e internacional al gobierno socialista de la Revolución Ciudadana, como el gobierno más “corrupto” de todos los tiempos, provocando duda y desconcierto en el pueblo profundo y ciudadanos de buena fe. 
Otra cereza en este pastel es la discrepancia del Consejo Nacional Electoral (CNE) con el Tribunal Contencioso Electoral (TCE), por la no inclusión del partido que -cumpliendo los requisitos de forma-  auspicia la candidatura presidencial del empresario Álvaro Noboa Pontón, quien refería que se evidenciaba una línea ascendente y vertiginosa de aceptación a su intervención. 
Lo mencionado, que no debe ser la norma del potencial votante, entra en el universo de posibilidades y, ante la pandemia del COVID-19 que aun con las vacunas importadas y su aplicación no despeja el temor ni vislumbra fecha de culminación, resulta también ingrediente desmotivador del habitante escéptico y de consecuencia, surge por las tranqueras -hablando con lenguaje hípico- un candidato inesperado: el voto nulo.
¿Será este el ganador de la primera vuelta?