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La reforestación de las colinas, así como de los cauces de ríos y quebradas, es una actividad necesaria para prevenir problemas que podrían ser tan simples como una inundación o tan complejos como una riada de lodos que ponga en riesgo a poblaciones enteras.

Lo que ocurrió en Quito, en el sector La Gasca, ha sido atribuido a la intervención humana en el cauce de las quebradas, al igual que a la alta pluviosidad en la zona.

En Manabí se han presentado problemas similares con bastante frecuencia. Basta recordar lo ocurrido en los cantones Sucre, Portoviejo y Santa Ana durante el fenómeno El Niño de 1998; en las parroquias Calderón, Alhajuela y San Plácido en el 2002; en el río Coaque de Pedernales, en el 2012; y en el sector Sacón de Calderón, en el 2017.

“En Manabí se han presentado problemas similares con bastante frecuencia en algunos cantones”.

Este año, las primeras lluvias han puesto ya en emergencia a barrios y comunidades en algunos cantones.
El descontrolado crecimiento poblacional y la escasa capacidad de la infraestructura contribuyen a la vulnerabilidad.

Hay que retomar los planes de reforestación, no como la simple acción de sembrar en áreas deforestadas. Se tiene que establecer seguimiento y sanciones para evitar que se atente contra lo trabajado. Será un paso en un proyecto mucho más integral que les compete a las áreas de gestión de riesgos.

Editorial de El Diario publicado este jueves 3 de febrero del 2022 en nuestra edición impresa.