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El hallazgo de medicamentos caducados, por un monto de más de 5,5 millones de dólares, en unidades de salud del IESS es indignante, pues atenta contra el bienestar y los recursos de una institución que, según sus directivos, enfrenta problemas económicos.

Esto se suma a otras novedades nada agradables que se han dado a conocer en los últimos ocho meses, a raíz de la declaratoria de emergencia sanitaria por el coronavirus, como la compra de medicamentos con sobreprecios.
Ambos problemas reflejan falta de control. En el primer caso, no se hizo seguimiento al destino de los medicamentos que acabaron expirados en las bodegas de los hospitales, y en el segundo, pese a la excesiva burocracia que tiene el IESS, no hubo quién descubriera los precios excesivos en insumos para la emergencia.
Es reprochable que haya irregularidades como estas en una institución que se financia con los aportes de los trabajadores y afiliados voluntarios del país. Es indignante que ocurran mientras hay personas sin acceso a citas médicas y a medicamentos, justamente porque el IESS alude a problemas económicos para no cubrir sus obligaciones a tiempo con la calidad que promete.
Las entidades de control deben investigar estas irregularidades y determinar responsables. No es justo que el dinero de los ciudadanos se desperdicie de esa manera.