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Asesinatos, evasión, extorsión y otros delitos se planifican y perpetran desde los centros de rehabilitación social, convertidos en recintos reñidos con la seguridad, pues hay, incluso, facilidad para el ingreso de armas, drogas y otros elementos prohibidos.

Es un mal que afecta a todas las cárceles, que se hallan sobrepobladas y sin control de la fuerza pública.
Las noticias de asesinatos tras las rejas han dejado de sorprender, lo mismo que las que señalan que algún reo ha sido detenido por comandar acciones delictivas desde las cárceles. En más de una ocasión se ha señalado que, contrario a lo que se espera, la delincuencia encuentra en la cárcel un campo fértil para aprender nuevas formas delictivas.

Si no pueden controlar a los delincuentes detenidos, menos podrán hacer con los que están libres”.


El sistema, definitivamente, necesita una reforma total y urgente, no únicamente soluciones parche que no aportan mayor cambio. El esquema actual no rehabilita; a lo sumo, hace que una parte de los reos escarmiente para no volver a la cárcel.
La inseguridad que se vive dentro es un reflejo de cuán insegura está la sociedad, pues si no pueden controlar a los detenidos, menos podrán hacer con los delincuentes que están en libertad.
Las nuevas autoridades de rehabilitación social encaran un gran desafío para evitar que las cárceles sigan siendo espacios inseguros, tanto para los que están dentro como para quienes están afuera.

Editorial de El Diario publicado este martes 1 de junio del 2021 en nuestra edición impresa.