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August Landmesser fue el protagonista de una fotografía tomada hace 80 años que sorprendió al mundo,  se encuentra expuesta en el centro de documentación “Topografía del Terror” en Berlín. El impresionante documento histórico demuestra cómo Landmesser, sin amilanarse, continuó con los brazos cruzados  en medio de más de un centenar de trabajadores que realizaban un saludo nazi, en la Alemania de Hitler. Este acto descubierto años después pudo ser considerado una acción de rebeldía o de torpeza. La imagen, que puede ser observada en la web, se ha convertido en muy popular, pues expresa cómo un trabajador de un astillero en esa época fue contracorriente frente a la pasión malsana constituida. A propósito de esta fotografía y del proceso electoral que se avecina, nuestros políticos ecuatorianos deberían inspirarse en la odisea de este ilustre y valiente alemán, como una inyección letal  en contra del populismo. 

Los presidenciables ecuatorianos tienen otra vez la oportunidad de plantear propuestas coherentes, factibles y sustentables a la gran masa de electores. Basados en la ley, la Constitución, y el derecho internacional, pero sobre todo en la honestidad e integridad propia de un político que requiere dirigir un país.  No se trata entonces de dejarse llevar por la corriente de una cultura del baratillo de ofertas y del mejor postor. Los ecuatorianos tienen que entender que la bandera  tricolor que nos acobija, brinda protección como por ejemplo salud y educación de calidad; sin embargo, hay que eliminar del lenguaje politiquero que estos derechos vienen del cielo y que un iluminado Presidente es que los otorga por benevolente divinidad. 
La salud y educación son derechos irrenunciables que tienen un costo, no son una dádiva, pero tienen un valor financiero que se sustentan de cada impuesto que los ecuatorianos pagamos cuando compramos desde un lápiz hasta una propiedad de mayor envergadura. Pero a la vez, la gente tiene la obligación y el deber de cuidar cada centavo que el Estado invierte en esos derechos, evitando conductas de riesgo como el consumo excesivo de alcohol, la drogadicción, las relaciones sexuales irresponsables, conducir un vehículo imprudentemente, entre otras.  
No es mejor político el que como redentor asume los cambios solo desde lo alto del poder, sino que como Landmesser asume ir en contra  de la corriente dando al resto también su corresponsabilidad.