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El campesino se está quedando solo. Ecuador y sus políticos debaten los temas de inseguridad, apagones, desempleo y otros que golpean a la población.

Y silenciosamente crecen y se multiplican, sin la atención de la sociedad, los problemas en la zona rural.

La inseguridad deja pérdidas por el robo de maquinarias y productos cosechados. Y es un secreto a voces, que ya hay casos de apropiación indebida de terrenos por parte de bandas criminales.

Estas desplazan a sus legítimos dueños o posesionarios históricos.

Algunos campesinos insisten y persisten, pero sus hijos no quieren continuar con las actividades que realizan sus padres.

Y eso más temprano que tarde traerá problemas de migración, de baja oferta, incremento de precios y déficit de abastecimiento, lo que se manifestará en inseguridad alimentaria.

La inseguridad en estos graves niveles se suma a los viejos problemas de falta de agua, déficit de acceso a la salud y educación. Inadecuada tecnificación, baja productividad, inaccesibilidad al crédito, entre otros.

El uso inadecuado de fungicidas y pesticidas por facilidad o desconocimiento, la degradación del suelo. El  agotamiento de la capa fértil, la crisis del clima, la desaparición de especies, la contaminación.

La aparición de nuevas plagas, cambios bruscos de precios, entre otros, son también inconvenientes que los agricultores enfrentan solos.

Bajo las condiciones actuales, no es negocio ser agricultor. En nuestra ruralidad se impone el minifundio o pequeña propiedad y la economía de subsistencia con poco conocimiento sobre la rentabilidad.

Esto está llevando -especialmente- al pequeño agricultor campesino a la asfixia financiera. Hay que atender esto con urgencia.

Editorial de El DiarioPublicado el 6 de octubre del 2024 en nuestra edición impresa.